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De chico, Maximiliano Contini vivía en el hotel Carlton, en Cannes. «Mi padre, Giorgio, era peletero y vendía a Hermés, Gucci y otras marcas. En ese hotel cinco estrellas descubrí sabores distintos a los de las golosinas y comencé a educar mi paladar», cuenta.
Hoy, a sus 37 años, Contini lleva casi 20 en la profesión. A cargo de la cocina de la empresa Sodexco -que sirve 2500 almuerzos diarios en la planta Peugeot de El Palomar-, este verano Contini desembarcó en Punta del Este con un ambicioso proyecto propio, que bautizó Fideos con Manteca y comprende un sitio web, una revista virtual, un servicio de catering y, además, la operación gastronómica del parador Bikini, en Manantiales.
Hace un año planeó todo con su colega Marcello Elefoso. El catering se orienta a comidas informales hasta 500 comensales: “Evitamos las recetas que requieren sentarse a la mesa, trabajamos con finger food”, dice.
Maxi -como lo llaman- era todavía un adolescente cuando se recibió de maestro heladero para trabajar en las heladerías que su papá abrió en Miami al caer el negocio de las pieles. “Cuando me di cuenta de que lo mío era la cocina, mi padre me apoyó y viajé para formarme”.
Estudió en el Instituto de Gastronomía y Artes Culinarias de la Universidad de New Haven, en Connecticut, y se fogueó en restaurantes de Nueva York, Miami y Mallorca, Buenos Aires y Bariloche.

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Entre las olas y a domicilio
 

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