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Deben ser pocos los cocineros que comenzaron y desarrollaron buena parte del oficio en Israel. Hacia ahí partió Tomás Kalika, siendo aún un adolescente. “A los 15 años me fui a un kibutz y cuando terminé mis estudios, estaba bastante desorientado. Lo único que tenía por cierto es que siempre me gustaba mirar los segmentos de cocina de Utilísima. Mis padres, preocupados, habían sido claros: o buscaba la forma de solventar mi estadía o me volvía. Me fui hasta Jerusalén y averigué cuál era el mejor restaurante de la ciudad: el Ocean (no existe más); su chef y dueño, Eyal Shani era famoso”, cuenta el chef que hoy es dueño y mentor de The Food Factory, delicioso reducto palermitano.

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Un cocinero particular
 

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