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Saltando sin parar

Tomar impulso, saltar y rebotar al ritmo de la música y, además, mejorar el estado físico. Esto es lo que propone el Jumping, una clase aeróbica de 60 minutos en la que se trabaja el cuerpo utilizando una superficie elástica inestable o trampolín.
Como no genera impacto sobre el piso, se amortigua el movimiento pero, fundamental, hay que ser consciente del espacio y trabajar siempre dentro de la zona elástica. Este punto, que no es apto para embarazadas –porque ejercita intensamente la zona pélvica y abdominal- ni para personas con problemas en las articulaciones o con dificultades en la audición –ya que el oído es el pilar del equilibrio y ese es el punto que más se trabaja en sobre el trampolín- son las contraindicaciones que detallan los entrenadores. “La clase comienza con una entrada en calor que nos permite preparar los grandes grupos musculares y luego, durante el desarrollo, logramos picos intensivos en los que se combinan movimientos estáticos y pliométricos con ritmo acelerado. Todo sobre el tramp”, explica Noelia Alcaraz, profesora de educación física.
Los cambios en el cuerpo, aseguran, se notan al mes de comenzar a entrenar. “Lo bueno es que tiene un gasto calórico asegurado, combate la celulitis porque el movimiento constante activa la circulación y el drenaje linfático, mejora la postura y fortalece las articulaciones”, asegura la entrenadora. Se trabaja especialmente la zona abdominal, los músculos flexores de la rodilla o cuádriceps, los glúteos y los isquiotibiales.

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Entrenar duro… pero con placer
 

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