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06/05/2017

A solas con el fotógrafo preferido de las estrellas

Por Fernando Gomez Dossena (Desde Nueva York) I El peruano más famoso habló con LUZ sobre su carrera, su proceso de trabajo, el polémico retoque digital y el empoderamiento femenino.

Madonna, Lady Di, Kate Moss, Gisele Bündchen y la lista continúa. Todas (y todos, claro) quieren ser retratados por Mario Testino. Este limeño de 62 años tiene un espíritu aniñado y alegre, quizá esa característica especial sumado a un gran talento lo convirtieron en el preferido de las marcas y las estrellas. Es suficiente cruzar unas palabras con él para descubrir lo agradecido que está con lo que la vida y el trabajo le dio. “Nunca imaginé nada de lo que me pasó”, dice en Nueva York, luego de presentar la nueva campaña publicitaria de mujeres reales de la marca Dove (que está cumpliendo 60 años). Se lo siente feliz de charlar en castellano y recordar su infancia en Perú. Allí, confiesa, tenía que soportar que le gritaran gay por la calle y que nadie apostara por él, era más bien un adolescente sin rumbo. “Hice de todo hasta encontrar mi camino”, explica el fotógrafo favorito de Anna Wintour, directora de la edición norteamericana de Vogue. En Perú, estudió Economía y luego Derecho, pero dejó ambas carreras y se fue a Londres a probar suerte. Se anotó en una escuela de fotografía para obtener la visa y en poco tiempo, gracias a su amistad con la estilista de moda Carine Roitfeld, logró meterse en el circuito top del universo fashion para convertirse en uno de los fotógrafos más respetados del mundo. “Quizá sucedió porque traje algo de luz a las mujeres cuando la moda era demasiado solemne. A mí me gusta que las modelos sonrían, transmitan felicidad y naturalidad”, señala tratando de explicar su éxito.

«Traje algo de luz a las mujeres cuando la moda era demasiado solemne. A mí me gusta que las modelos sonrían, transmitan felicidad y naturalidad”

Luego de recorrer varias ciudades como Londres, Nueva Delhi y Los Ángeles en busca de historias inspiradoras para la campaña de Dove, el fotógrafo comenzó con el trabajo. “La experiencia fue maravillosa. Viajé por el mundo para encontrarme con 32 mujeres que no tenían ni idea quién era yo. No tuvimos que producirlas mucho ni crear un personaje, sino retratarlas tal cual son. Y yo no estoy tan acostumbrado a eso”, cuenta y enseguida agrega: “Siempre busco lo positivo. Trato de hacerlas sentir únicas, me junto con ellas mientras las maquillan y peinan. ¿El resultado? Todas salen divinas y sonrientes porque confían que no voy a dañarlas, sino a protegerlas”. Esa parece ser su clave secreta para resaltar la belleza de todas. Si bien declara que nunca vio mujeres tan impactantes como Kate Moss, Gisele Bündchen o su madre de 93 años, reconoce que la verdadera belleza es la alquimia perfecta entre lo exterior e interior. “Una persona es hermosa cuando proyecta energía positiva. Lo exterior puede ser aburrido porque todo está a la vista y no queda más nada por descubrir; en cambio, lo que sucede en nuestro interior, es lo que marca la diferencia. Lo hermoso es siempre un camino por descubrir”, sentencia, Testino, que aunque suele trabajar en Nueva York, reside en Londres y nunca deja de volver a su Perú natal, donde en 2012 inauguró el museo Mate.

“Una persona es hermosa cuando proyecta energía positiva. Lo exterior puede ser aburrido porque todo está a la vista y no queda más nada por descubrir; en cambio, lo que sucede en nuestro interior, es lo que marca la diferencia».

Respecto de la polémica que siempre presenta el retoque digital en publicidades y medios gráficos, Mario tiene una posición tomada: no demoniza ni sacriliza al famoso Photoshop. “No creo en esa herramienta para cambiar la fisonomía de alguien. Sólo debe ser usado para mejorar lo que ya existe. Ir a la peluquería a hacerse un peinado, maquillarse o ir al dentista a arreglarse los dientes es una forma de retocarse también sin perder la esencia y los rasgos de cada uno”, explica.

Súper Mario o Sir Mario Testino (título que le otorgó la Reina de Inglaterra) es sin dudas el documentalista de las figuras pop de nuestra época. Sin creerse demasiado el lugar que ocupa, se define como un hombre contradictorio. “Soy un artista comercial. Me gusta el cambio, pero también la tradición”, asegura. Quizá esa dicotomía nace de su historia, la cuota tradicional y conservadora de Perú y la adquirida vanguardia londinense. “Pasé mi vida persiguiendo la belleza. Todavía no encontré la foto perfecta, pero confieso que cada vez que trabajo pongo todo mi esfuerzo para lograrla y complacer al cliente y a mí mismo”, agrega. Nunca deja de sacar fotos (también lo hace con su celular), se siente como un cantante que canta en la ducha o en cualquier lugar que se le ocurra. “Tomar imágenes para las redes sociales no significa ser fotógrafo, sino más bien es una necesidad de documentar en dónde está uno o lo que está viviendo”, señala. Para culminar y antes de que él mismo pida una foto con el periodista (“Es la costumbre”, acota) señala: “Todo el mundo es bello, la fórmula es descubrir eso que hace tan única a cada persona”.

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