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24/05/2017

Miss Bolivia: la reina de la cumbia cool

Por Pablo Steinmann l Conoció de cerca los márgenes de la ciudad, como adolescente y luego como psicóloga. A sus 30, pegó el volantazo y se convirtió en una singular cantante solista. Acá habla del camino que la llevó, casi sin escalas, del diván a la pista de baile.

La mixtura. Esa es su marca de agua. Como mujer -muchas veces se definió como bisexual- y también como artista. “En mis playlists conviven Mercedes Sosa y Cuchi Leguizamón con The Clash. Soy una licuadora”, afirma. Su propio estilo también está signado por la mezcla. “La cumbia y el hip hop son mi médula principal, pero de ahí me despliego hacia todos lados. Y cada vez me animo a ir más lejos, a ritmos con el punk y el rock”, cuenta la creadora de hits como Tomate el palo y Bien warrior. Pero este no fue siempre su metier, de hecho esta singular cantante y compositora nacida como Paz Ferreyra primero estudió Letras y después Psicología, carrera de la que se recibió con honores. “El diploma se lo terminó comiendo mi gato. Como sale tanto hacerlo de nuevo, decidí dejarlo así”, remata entre risas.
-¿Cuánto queda de esa psicóloga en vos?
-Creo que bastante. Primero, porque todo ese cúmulo de experiencias me ayudó a escribir mis canciones y, segundo, porque busco hacer música que despierte preguntas en el público. Creo mucho en el empoderamiento del otro, y la música es un increíble vehículo para eso. Es como que con el tiempo pasé del diván a la pista de baile.
-¿El nombre Miss Bolivia fue idea tuya?
-Sí. Cuando recién arranqué con esto, unos amigos me invitaron a “telonearlos”. Ahí me dijeron: “tenés que ponerte un nombre”. Vivía en la calle Bolivia, en La Paternal, y toda mi música tenía un espíritu bien callejero así que decidí tomar el nombre de esa calle. Después aparecieron los otros sentidos, en particular el de la toxicidad de los concursos de belleza. Las Miss Bolivia están enojadísmas conmigo, hasta me quieren impugnar el nombre… (ríe).


-Siempre estuviste asociada a lo barrial y urbano, ¿nunca te dio miedo la calle?
-No, y no sólo la conocí de adolescente -era muy de juntarme en tal o cual esquina- sino que cuando me recibí de psicóloga, me puse a trabajar mucho con pacientes en situación de calle. Los llamados sin techo y también las catástrofes en espacio público, como las tragedias de Cromañon o de Lapa,  por ejemplo. Fueron muchas situaciones límites: barrios de emergencia, asentamientos, desalojos, incendios, olas de frío…
-Muy intenso todo…
-Sí, mi adolescencia también fue bastante densa, con etapas muy oscuras y austeras . Creo que pude salir bastante indemne de todo eso gracias a la música. Por eso es que le tengo tanto amor y respeto,  porque en algún punto me salvó la vida.
-¿En esa época pensabas que ibas a terminar siendo cantante?
-No. Tenía mis canciones y shows pero todo a modo de hobby. Hasta que en un momento me quedé sin trabajo fijo, sin casa y me separé de mi novia de entonces. Ahí me pregunté: “¿Y si le doy una chance a la música? Intuía que algo había ahí, que a mis shows ya no iban sólo familiares y amigos sino que se estaba juntando gente que ni conocía. Y me largué. Recuerdo que Paula Maffía, una amiga y cantante muy querida, me ofreció vivir debajo de su casa, en una fábrica de pan abandonada de La Boca. Me instalé en una cocinita que había ahí, con un colchón el piso. Fue mi búnker durante un año y medio en el que viví sólo con lo poquito que me dejaba la música. Quizá me llevaba 500 pesos de un show pero con eso tiraba. Ahí resigné el confort para siempre. Me curtí. Aprendí de veras a vivir con muy poco, sólo con amor.

“Después de haber tenido durante diez años parejas mujeres,
me terminé enamorando de mi actual marido, con quien estoy empezando a considerar la posibilidad de adoptar un hijo”.

-Hablando de eso, te casaste hace poco, ¿verdad?
-Sí, con Emmanuel Taub, doctor en Ciencias Sociales y futuro rabino. Como yo soy “goy” no nos casamos bajo la Jupá. Estamos terminando de armar nuestra casa y lo loco es que dejamos un cuarto de más. Yo siempre fui anti maternidad pero ahora empecé a considerar esa posibilidad en mi vida. Sobre todo a través de la adopción, algo que siempre me conmovió, mucho más que el rollo de la panza de embrazada. Además, quiero devolverle al cosmos algo de todo lo que me dio.
-¿Tuviste tanto parejas hombres como mujeres?
-Sí, de hecho recién con Emanuel me pasé de nuevo a Movistar… (ríe a carcajadas). Durante diez años siempre tuve parejas mujeres. A una de ellas le dediqué el tema Tomate el palo, que no sólo me visibilizó como artista sino que me permitió tener hoy mi casa propia. Si algún día me la cruzo, se lo agradeceré de corazón.

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