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05/07/2017

Caminos por descubrir

Por Flavio Mion I Córdoba, destino clásico, hoy se reinventa con cuatro caminos imperdibles con historia, hoteles boutique y buena gastronomía.

Diversidad, naturaleza y paisajes imponentes son una invitación permanente a visitar Córdoba durante todo el año. Para alejarse de los lugares más tradicionales aquí proponemos un recorrido diferente con La Ruta de las Sierras, una experiencia integral que combina a la perfección los atractivos de su entorno natural, su historia, gastronomía de primer nivel y hotelería de lujo.

 

Ruta de la tradición
Lo más recomendable es empezar el recorrido con una visita guiada al Museo Jesuítico Nacional de Jesús Maria; allí se puede ver cómo vivían los primeros jesuitas, esclavos negros y nativos. En el predio, actualmente de cinco hectáreas, se puede visitar la iglesia, con una importante cúpula central, las galerías en torno al patio del naranjo y el parque que la rodea.
Para seguir repasando la historia solo basta con cruzar la Ruta 9 y entrar a Colonia Caroya. La ciudad, fundada en 1878 por colonos italianos de la región del Friuli, se extiende a lo largo de la avenida San Martín, una extensa calle abovedada por plátanos y con acequias a sus costados. El paso obligado para conocer las tradiciones friulanas es la Casa Copetti, una vivienda original de colonos convertida en un didáctico museo. Otra manera es a través de su gastronomía: degustar platos típicos como el Frico (una especie de tortilla de quesos) o la Rognosa (un revuelto de salame y huevos), o simplemente comer una picada de sus afamados salames es una experiencia que no se puede dejar pasar. Tampoco se puede abandonar el pueblo sin visitar la Bodega La Caroyense, un ícono del lugar fundada en 1930.

A pocos kilómetros de allí, en la localidad de Ascochinga, se encuentra otro sitio cargado de historia donde descansar y disfrutar de la naturaleza. En la que fue propiedad y casa de veraneo del presidente argentino Julio A. Roca hoy se emplaza el Pueblo Estancia La Paz. Este exclusivo hotel se encuentra rodeado por un extenso parque (diseñado por Carlos Thays) y los rosales y lavandas adornan los senderos por donde da gusto perderse. El casco principal, que aún conserva el esplendor aristocrático de la época, alberga la Suite Roca, el restaurante, el bar y la sala de lecturas. En sus paredes se acumulan pinturas, retratos y fotos blanco y negro que reflejan la vida del Presidente y una parte de la historia de nuestro país. Imperdible: el té de la tarde con exquisita patisserie servido en la galería con vista a la laguna.

Altas Cumbres
Este tramo es un deleite para la vista y los sentidos. Pasadas las Sierras Chicas por una zigzagueante ruta se emprende el camino hacia las Altas Cumbres. A medida que se asciende el bosque serrano va dejando lugar al pajonal de altura. Se pasa por El Observatorio de Bosque Alegre y desde diferentes miradores se aprecian cascadas, quebradas y pequeños cursos de agua que forman recodos al pie de las sierras. Ya a más de dos mil metros, mientras se cruza la Pampa de Achala, se puede diferenciar los cóndores de los jotes, una tarea para expertos pero que vale la pena intentar. Para el descenso se puede tomar el antiguo Camino de los Puentes Colgantes, trazado que corre por el sendero que hacía a caballo el Cura Brochero. Este es de ripio y no se encuentra en muy buenas condiciones, pero la travesía vale por los rincones naturales que se descubren y porque se pasa por la Ruta de los Artesanos. Allí encontramos a Atilio López, uno de los artesanos más famosos de Traslasierra, que desde su taller de cerámica nos enseña su arte y los secretos ancestrales de su técnica.

Así se llega al Valle de Traslasierra, una región donde cada pueblo tiene su encanto: Yacanto, San Javier (con su impronta inglesa y la bodega El Noble, digna de visitar por su belleza y vinos de calidad), Las Rosas (con una colorida feria los sábados) y Nono con sus balnearios y su vegetación autóctona. Aquí se ubica Calma Nono Natural Suites, un ecológico hotel boutique, sólo para adultos, para descansar en conexión con la naturaleza. Sus habitaciones (equipadas con hidromasaje y deck privado, para que el relax sea total) se encuentran rodeadas de espinillos, chañares y algarrobos, y con una vista privilegiada a las sierras. Cocina gourmet y una buena cava completan la propuesta. Pero en la zona hay mucho más para hacer: trekking al cerro Champaquí, pesca de trucha en los arroyos y kayak en el Dique La viña.

Ruta de Rios y Lagos
Entre las Sierras Grandes y las Chicas se emplaza el Valle de Calamuchita, una zona privilegiada por sus recursos naturales. La ruta provincial 5 atraviesa el valle de norte a sur y conecta los puntos más atractivos de la región. Bordea por un tramo el Dique Los Molinos, donde es imposible no detenerse a contemplar el paisaje, y nos lleva a Villa General Belgrano, famosa por su marcado acento alemán, tanto en su arquitectura como en su propuesta gastronómica. Desde allí podemos acercarnos a disfrutar del encanto alpino de La Cumbrecita o de los ríos y arroyos de Los Reartes y Santa Rosa. Pero para desconectarse por un rato del mundo exterior sólo basta con recorrer unos kilómetros más al sur para llegar a El Durazno.

En este pueblito encantado, rodeado de bosques e ideal para realizar caminatas, cabalgatas y senderismo, se encuentra Patios del Durazno, un hotel nuevo pero con impronta colonial y con todas las comodidades para distenderse. Emplazado en lo que era una antigua posta de la estancia San Ignacio conserva parte de la construcción original, que incluía una pulpería (aún en funcionamiento). A esto se le suma el sector de piscina (con bajada propia al río y quinchos) y la acogedora capilla San José, construída por los dueños a un costado del hotel. Desde allí, una de las opciones más interesantes para disfrutar el entorno son las excursiones guiadas en cuatriciclo. Se puede escoger entre varias alternativas, que van desde el cruce de arroyos y bosques de eucaliptos para alcanzar puntos con vistas panorámicas hasta una travesía a La Olla, donde, cuando el clima lo permite, se puede practicar buceo y snorkel.

Vuelta a la ciudad
Este recorrido termina en la capital cordobesa. En el centro histórico, partiendo de la Plaza San Martín se accede a la iglesia Catedral, una visita obligada tanto por su valor arquitectónico como por las obras de arte que alberga. Callejón de por medio se encuentra el Cabildo y hacia atrás de este comienza un circuito de calles peatonales. Estas alternan zonas comerciales con edificios de gran valor histórico. Así se llega a la Manzana Jesuítica, declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, y donde se destaca la Iglesia de la Compañía de Jesús con un curioso techo en forma de proa de barco. A la vuelta se ubica el Teatro del Libertador San Martín y desde ahí es una buena idea tomar la avenida Yrigoyen, una bonita calle con antiguas casona recicladas. Por allí se puede visitar el Paseo Cultural del Buen Pastor (una antigua cárcel reciclada) y la iglesia neogótica de los Padres Capuchinos.


Cerca de todos estos sitios se encuentra el Azur Real Hotel Boutique, un oasis de tranquilidad en plena capital cordobesa, a solo 100 metros de la Plaza San Martín. Con una ambientación cuidada, cuenta con cómodas suites y spa personalizado. En su terraza se ubica el gym, un deck con piscina, y el restaurante República, uno de los mejores de la ciudad. Allí el chef Miguel Escalante, con técnicas aprendidas en los cinco continentes, fusiona ingredientes y texturas para crear un sofisticado menú de siete pasos.
Muy cerca de allí, atravesando Nueva Córdoba, llegamos al barrio Güemes, una zona antes olvidada, y que a partir de la instalación de una feria artesanal los fines de semana se fue transformando en un ineludible punto de encuentro. Hoy cuenta con locales de moda, de diseño, anticuarios y una variada oferta gastronómica. Desde el fundacional Dadá Mini, primer bar con onda de la zona, hasta el más reciente Gordó, restaurante cool en la galería Barrio hacen que cada uno encuentre el lugar perfecto para gozar de la noche cordobesa.

 

 

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