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13/08/2017

“Las mujeres que parecemos fuertes somos muchas veces las más vulnerables”

Por Fernando Gomez Dossena l Julieta Díaz, que luego de ser mamá cambió su rutina de trabajo, cuenta por qué fue difícil la decisión de convertirse en madre, cómo maneja la relación de pareja con una niña pequeña y por qué no se considera tan fuerte como se muestra.

Julieta siempre está. Hace dos años y medio fue madre de Elena (con su marido el financista norteamericano Brent Federighi) y si bien no se sumó a ninguna tira diaria, se las rebuscó para que el público no la olvide tan fácilmente. El 2016 actuó en el unitario Silencios de familia, hasta hace muy poco fue uno de los personajes más disparatados de Fanny la fan yel jueves pasado estrenó junto a Adrián Suar la película El fútbol o yo. “En el último tiempo me estuve amigando mucho con la comedia. Me encanta transitarla y encontrarme en otro lugar, de cierta manera me dejé dirigir y puse mi cuerpo al servicio de lo que el director quería. Me llamaron de varios proyectos para payasear y me sumé”, cuenta.
-A esta altura, ¿cómo es tu vínculo con Adrián?
-(Sonríe). Es muy lindo, no somos amigos, pero nos queremos mucho y trabajamos muy cómodos. Es la persona más estable que conozco, no sé si se toma cuatro tranquilizantes -lo dudo, porque lo veo siempre con frutas y su agua mineral- pero jamás se enoja. A esta altura lo quiero mucho y no puedo ser tan objetiva.
-Con alguna pareja, ¿te pasó esto de plantearle: El fútbol o yo?
-No, por suerte. Sí me pasa que mi marido mira mucho fútbol americano en la tele. Es muy gracioso escucharlo cómo insulta y cómo le cambia el humor cuando su equipo gana o pierde. Si les va mal y yo estoy un poco de mal humor explota todo. Ese estado de ánimo sería el “me vino” masculino (risas).

«Como madre soy culposa y egoísta, la peor combinación».

-Cambiando de tema, el hecho de haber sido mamá, ¿te modificó como actriz?
-Si. En primer lugar elijo no hacer tiras más que nada por la logística que implica una niña y porque dos veces al año viajamos por un tiempo a Estados Unidos a visitar a la familia de mi marido. Por otro lado, la maternidad me obligó a tomarme la vida de manera más relativa. Siento que te empuja siempre a eso, no te queda otra chance. Hoy mi hija tiene otitis y lo único que quiero es volver lo antes posible para estar con ella. De todas formas me es difícil porque una tiene que luchar con el ego y el egoísmo.
-¿En qué sentido?
-Y… yo soy una persona muy sociable, curiosa e inquieta y si fuera por mí saldría mucho, tomaría clases de todo, entonces tengo que ponerme límites para poder verla y disfrutarla mucho más. De última también dejé de trabajar para estar con ella. Aunque suene fuerte, es una lucha interna.
-¿Sos una mamá neurótica o más bien relajada?
-Una mezcla de las dos. Por momentos estoy tan tranquila que me salta la térmica porque siento culpa de estar relajada y me pongo neurótica (risas). Es un combo tremendo. Soy culposa y egoísta, la peor combinación.
-En un momento confesaste que te daba mucho miedo ser mamá y que para tomar la decisión tuviste que pensarlo mucho, ¿cómo fue finalmente que te convenciste?
-Muy difícil. Nunca fantaseé con tener hijos, sí con encontrar un compañero de vida por lo menos para una etapa. El tema es que mi marido viene de una familia más tradicional que la mía (mis papás se separaron cuando yo tenía 6 años y soy hija única), sus padre están hace 52 años juntos, tiene un hermano con cuatro nenas y es canceriano, sinónimo de la casa. Y bueno, me pidió casamiento y me transmitió sus ganas de ser padre. Con el tiempo me di cuenta que en realidad yo deseaba ser madre, pero tenía mucho miedo.
-¿Y cómo hiciste?
-Años de terapia. Veía a una mujer embarazada, una familia con sus nenes y me enternecía, pero en algún punto me generaba envidia y me peleaba con ese sentimiento porque yo podía tenerlo también. Entonces comencé a trabajar con mis miedos y mi terapeuta me dijo algo que me marcó: ‘No te vas a levantar un buen día sin miedo, la única manera de ganarle al pánico es atravesándolo’. Y no me quedó otra.

«Me encanta lo que está pasando con la movida de #Ni una menos, es un tema difícil y hay que trabajarlo todos los días y más que nada desde el hogar».

-¿Qué compartís con Elena?
-Jugamos a cocinar, esa es su actividad preferida. Me gusta bailar, bañarla, pasear, llevarla al teatro…
-¿Habla inglés?
-Hace una mezcla. Dice, por ejemplo, sí y yeah en una sola palabra. Entiende todo, todavía no habla tanto de todas formas, pero es muy graciosa escucharla. Yo le converso en castellano y Brent en inglés. A la noche le suele leer Brent, esa es su área, busca en Internet y compra libros buenísimos. Él, sin ser actor, los lee mil veces mejor que yo.
-¿Cómo funciona la pareja con una niña pequeña?
-Todavía nos estamos reacomodando, ¡por suerte! Es muy difícil. No tengo ninguna receta. La paciencia es lo más importante. Encima nosotros somos bastante peleadores, entonces es complejo, más aún con una hija chica de por medio porque no podés gritar y porque estamos por unos días sin amigarnos y eso genera un clima incómodo. Pelearse es muy agotador y desgastante. Pero si sos medio tana aceptás siempre la papa caliente que te deja el otro, es difícil soltarla y dejarla caer. Con un hijo deberían aflorar las virtudes, pero realmente salen a la luz, también, los defectos. Y hay que hacerse cargo y entender que cada uno hace lo que puede.
-La familia feliz es claramente una utopía…
-Totalmente, uno quiere ser la madre canchera, tener el trabajo soñado, que tu pareja sea tu mejor amigo y a su vez tu amante, encontrarse con uno mismo en una actividad que no tiene nada que ver con la familia y tener el mejor Instagram… Uff, me cansé solamente de decirlo. Hay que seguir el instinto, el corazón y relajarse sabiendo que a veces todo no se puede. O por lo menos en ciertos momentos. Todavía con Brent estamos en una época de mucho movimiento. Encima a Elena la tuvimos de grandes (yo con 37 y Brent con 40 y pico), éramos personas muy independientes y eso también influye.

«Soy una mala feminista. Así me dice una amiga mía. Hay una charla TED que se llama Bad Feminist y explica muy bien el concepto».

-En breve cumplís 40, ¿te asusta, te molesta, te alegra?
-Lo que más me perturba de esa década es la canción de (Ricardo) Arjona Señora de las cuatro décadas ¿Qué onda? Yo tengo amigas de 60 que la pasan súper, tienen un montón de amantes, que no les alcanza la agenda, que están divinas… ¡No estamos en la última con 40, che! El tiene como 55 y se sigue poniendo la camisa abierta con el crucifijo como si fuera un Teen Angel. Me la agarro con él en defensa del género femenino.
-¿Sos feminista?
-Soy una mala feminista. Así me dice una amiga mía. Hay una charla TED que se llama Bad Feminist y explica muy bien el concepto.
-¿Por ejemplo?
-Porque al margen de defender la igualdad amo que nos abran la puerta del auto. Hay que encontrar el equilibrio.
-Estás muy flaca…
-Sí, estoy a dieta por un tema digestivo, entonces estoy dejando las harinas, los dulces y los lácteos. Encima yo soy ovovegetariana, así que no como ¡nada! Vivo a legumbres, frutas, verduras, harina de maíz y listo. Hoy almorcé tres pedazos de faina con una ensalada de tomates. Así estoy, pero quiero resolver con la nutricionista este tema. Toda mi alimentación parece una snobeada, pero tiene que ver con la salud.
-¿Te cuidás en otros aspectos?
-Poco. Hago yoga porque soy un poco vaga. La piel la tengo muy bien porque me cuido con dermatólogas. El secreto es usar siempre protector solar. Cuando tenía 20 años le elogié la piel a Marita Ballesteros y me dijo que nunca había tomado sol. Me quedó grabado en la cabeza y nunca rompí la regla. Los 40 me agarran muy bien, solo con un poco de panza (risas). Pero cuando sos mamá el cuerpo te cambia y me alivia que con ropa todas nos vemos fantásticas. La edad me afecta más bien en lo introspectivo, en acercarme a la mitad de la vida de cierta manera, al balance.
-¿Es bueno?
-Fantástico, pero no tiene que ver con lo que tengo o logré. El tema es con una misma, cómo llego como persona a esta edad y cómo sobrevivo conmigo, con mi propio ser. Esa es la clave y ahí están las batallas personales.
-¿Sos tan fuerte como parecés serlo?
-Sí, sé que parezco una mina muy plantada, pero a veces esas mujeres somos las más vulnerables. Puede suceder que las que tienen collar de perlas y son modositas suelen ser en el fondo chicas súper poderosas. Me encanta lo que está pasando con la movida de #Ni una menos, es un tema difícil y hay que trabajarlo todos los días y más que nada desde el hogar. Yo no tengo huevos, tengo ovarios, mi marido no me ayuda, hace su parte… Lo semántico me parece muy importante también, además de la realidad hogareña. El paradigma tiene que cambiar, las mujeres no puden seguir siendo madres y esclavas de los hombres. Esto es un dominó que en el peor de los casos termina en un femicidio. No nos tenemos que callar. Los varones no son nuestros enemigos, tenemos que reeducarnos mutuamente. Debemos resolverlo con amor, límites, firmeza y unidos, ante todo.

 

 

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