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11/09/2017

Animate a la NO dieta

El programa de Alimentación Fisiológica propone abandonar los planes de adelgazamiento, cambiar la manera de comer y hacerlo con felicidad para olvidarse para siempre de los kilos de más.

Cansada de las mil y una dietas que hiciste (y del rebote posterior), de contar obsesivamente cada caloría que ingerís, de las agobiantes clases de spinning, pendiente de no pasarte de la porción recomendada, ni de saltearte ninguna de las cuatro comidas o colaciones, sumado a la rumia mental que te produce la culpa del subibaja de la balanza? Entonces es hora de asumir ciertos desafíos con tu alimentación para lograr un resultado distinto y duradero.
La idea es poder desterrar para siempre el pergamino de excusas que se ponen de manifiesto a la hora de comenzar con un plan de alimentación que nos permita vernos y sentirnos mejor. Por eso, es momento de subir la dosis de motivación y conocer las claves de la alimentación fisiológica, que en muy poco tiempo te ayuda a modificar ciertos hábitos y conquistar nuevas rutinas nutricionales para conquistar el cuerpo con el que siempre soñaste de una manera saludable y, lo mejor, sostenerlo a través del tiempo.

¿Qué es?
Según su creador, el Dr. Luis Sananes, el concepto de este método –que es una alternativa posible ante el fracaso de las dietas- es tan simple como revolucionario: “Sólo se trata de aprender a comer por hambre y hasta la saciedad, restableciendo la habilidad innata de comer fisiológicamente para alcanzar el equilibrio alimentario, metabólico y estético para adelgazar y mantenerse saludable”.
De hecho, todos nacimos sabiendo comer de manera fisiológica, es decir, en respuesta al hambre estomacal, únicamente alimentos naturales y sólo hasta saciarnos. Sin embargo, esta habilidad innata se anula precozmente por las modalidades civilizadas de comer (excesos y dietas), pero sobre todo por las conductas adictivas y los efectos tóxicos que producen los alimentos artificiales (refinados, industrializados y elaborados) que nos imponen desde la infancia.
Esta nueva alternativa, entonces, difiere de todos los demás tratamientos tradicionales. “Se basa en un estilo de vida saludable y placentero, no hacer dietas nunca más, comer en respuesta al hambre estomacal, en vez de luchar contra él y recurrir a los alimentos naturales para alcanzar la saciedad. ¡Más simple imposible!”, describe el médico, quien ha plasmado todos estos conceptos en su libro Alimentación fisiológica (editorial Libros en Red) .

Reaprendizaje
El primer paso es reaprender a alimentarse, es decir, esperar a que la verdadera sensación de hambre necesariamente aparezca. “Quizás lleve un cierto entrenamiento previo detectar ese gruñido en el estómago, la sensación de vacío o languidez estomacal, ya que no estamos acostumbrados. Contrariamente, en la mayoría de las dietas siempre nos inculcaron que no es bueno sentir hambre”, aclara el Dr. Sananes.
La ingesta se detiene cuando se percibe la saciedad, “un suspiro involuntario que siempre está presente en la mitad del plato y que suele no registrarse, por este acostumbramiento a terminar de comer toda la porción”, explica el especialista.
Entonces, la clave está en aprender a sincronizar la ingesta de alimentos naturales con el hambre estomacal. “Ése es el momento exacto en el que el tubo digestivo está preparado y receptivo, en esa circunstancia, la capacidad de aprovechamiento energético es la óptima”, asegura el creador del concepto de reeducación alimentaria. Es decir, cuando se consume por hambre estomacal, la energía proveniente del alimento ingerido se utiliza para los procesos metabólicos del organismo y se consume rápidamente. En cambio, cuando se come sin hambre, el metabolismo está menos receptivo y la energía proveniente del alimento ingerido tiende a acumularse como reserva de grasa dentro del tejido adiposo.
Además, este proceso de alimentación tiende a restablecer el ciclo circadiano normal de la alimentac ión (el acompasamiento del organismo al régimen lumínico natural que, a su vez, rige procesos celulares como los ciclos hormonales, su proliferación y su muerte).
El segundo paso es reducir el consumo de alimentos refinados e industrializados e incorporar a la alimentación diaria alimentos naturales e integrales y en lo posible orgánicos. Es decir, aquellos productos que nos ofrece la naturaleza, que poseen todos los nutrientes esenciales que el organismo necesita para estar sano y protegido de diversas enfermedades.

Quizás, al principio, esta reeducación alimentaria sea un desafío, comparable a aprender a manejar un auto, por eso, es necesario tenerse paciencia y no ponerle un freno a la ansiedad. Al comienzo, nos solemos encontrar con la expectativa de las señales del orgasnismo que avisa cuándo, qué y cuánto comer. Pasado un tiempo, se transformará en un hábito automático y cotidiano. Entonces, la habilidad innata de comer fisiológicamente puede ser restablecida. De esta forma. la conducta alimentaria, el metabolismo y el peso retornan a sus cauces originales, a un régimen normocalórico, autorregulado.
El método, muy efectivo para cambiar estilos de vida y reducir el peso en forma estable, se convierte en una valiosa herramienta frente a la epidemia de sobrepeso y obesidad. “Es una estrategia útil en nutrición antienvejecimiento, alimentación funcional y ortomolecular porque enseña a preferir los alimentos naturales, a dominar el difícil arte de la frugalidad y a mantener un peso adecuado”, concluye el Dr. Sananes.

Diez claves
Estos conceptos de comportamiento alimentario representan la manera biológicamente correcta de comer. Son medidas simples de entender, posibles de llevar a la práctica, médicamente sensatas y sostenibles a largo plazo que pueden adoptarse sin inconvenientes como un nuevo estilo de vida porque se trata de un régimen sin dietas. “El método funciona porque se basa en el principio del placer porque mitigar el hambre resulta extremadamente placentero y alcanzar la saciedad, lo es mucho más.

1-Reducir en la mayor medida posible el consumo de alimentos refinados y sus derivados: industrializados y elaborados porque son adictivos y malos productores de saciedad.

2-Abandonar definitivamente las dietas restrictivas porque no sirven para adelgazar y mantenerse.

3-Restablecer el ciclo alimentario utilizando el hambre como guía para saber cuándo comer y la saciedad como referencia para detener la ingesta antes de llegar a la plenitud (hambre, ingesta, saciedad, abstinencia).

4-Evitar la alternancia de dietas y excesos para alcanzar el equilibrio en el aporte: un régimen normocalórico y autorregulado.

5-Abandonar todo tipo de conductas purgativas. Éstas conducen unidireccionalmente a los trastornos alimentarios.

6-Disfrutar de la alimentación en todo momento, obteniendo simultáneamente: nutrición, seguridad y placer.

7-Proveerse y disponer de alimentos naturales en todo momento y lugar para crear un entorno inmediato saludable que nos condicione a actuar de manera saludable.

8-Involucrar a los miembros del grupo de pertenencia, gradualmente y sin presionarlos para contar con el apoyo indispensable del grupo.

9-Hacer alguna actividad física, sólo por placer y sólo en plan recreativo.

10-Cumplir con el programa de reeducación nutricional sobre la base de una fuerte motivación personal.

Recuadro
¿Qué comer?
Sólo alimentos naturales e integrales y en lo posible orgánicos, en lugar de refinados e industrializados. Hay que convencerse de que las dietas no sirven. Las dietas producen compulsión y adaptación metabólica.

¿Cuándo?
Sólo en respuesta al hambre estomacal en vez de hacerlo por horario fijo y sin relación con el hambre.

¿Cuánto?
Sólo hasta alcanzar la saciedad y no hasta la plenitud. Se debe restablecer el ciclo alimentario (hambre, ingesta, saciedad, abstinencia).

¿Cómo?
Sin estar dietando ya que produce compulsión y adaptación metabólica. Alimentarse disfrutando de la alimentación obteniendo simultáneamente nutrición, seguridad y placer, sin culpa, restricciones ni obsesiones.

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