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18/10/2017

India, tierra de contrastes

Por Flor Rodríguez Petersen l Una riqueza exorbitante y una pobreza conmovedora, múltiples religiones, un sinfín de dialectos y los paisajes más diversos. Todo, literalmente, convive en India, el destino preferido de Tini de Bucourt.

«India tiene una energía muy femenina. Es una cultura que te conecta con tu interior”, dice con voz tranquila y como si efectivamente cada palabra la trasladara al otro lado del mundo la ex modelo Tini de Bucourt mientras prepara los últimos detalles para su 29ª visita al país asiático. Muchos hindues se sorprenden al encontrar personas que pueden descubrir el país más allá de los prejuicios: no es la nación más poblada (aunque con 420 habitantes por kilómetro cuadrado supera ampliamente la media mundial de 49), ni todo es miseria en este Estado, ni está anclado en el pasado (a pesar de que tiene tradiciones ancestrales cargadas de sentido). Esta apertura fue la actitud con la que la modelo aterrizó en el llamado subcontinente indio en 1998. “Mi llegada a la India fue muy particular porque no fui buscando la meditación y el ommm sino que no llevaba ninguna expectativa y eso creo que fue lo mejor que hice”, recuerda Tini y sigue: “Se lo debo, en gran medida, a una mujer anónima que me abordó muy amablemente en un ascensor en Montevideo. Estaba por partir acompañando a mi marido en una misión diplomática y se había difundido en las revistas. Ella me preguntó: ‘¿Te puedo dar una sugerencia?’, a los que yo respondí que por supuesto y me dijo: ‘No leas más. Andate a la India como un lienzo en blanco. Dejate penetrar por la sensaciones que te genera. No dejes que lo leído condicione tu entendimiento y tu sentir de ese país’. Eso hice. Y la verdad es que fue un gran consejo. Se lo agradezco eternamente”. Esta predisposición y cierto espíritu aventurero la llevaron a moverse más allá del círculo diplomático, a hacer amigos hindúes con los cuáles armaba escapadas a distintas ciudades del país y a sorprenderse con los rituales propios de una cultura que tiene más de seis mil años de historia.

“En sólo 24 horas el país te muestra un sinfín de aspectos que conviven en la vida: lo más espectacular, estético e increíble, eso que te deja boquiabierto, con una miseria abrumadora e incomprensible.”

Después de vivir siete años allá, volvió sola o coordinando grupos en diversas ocasiones y siempre se fascina con la capacidad que tiene el país y la sociedad de conectar a las personas con su interior. “Es como un espejo tremendo de lo mejor y de lo peor que hay en uno” -sostiene- “Por eso hay tanta gente que la ama y otros tantos que la odian. Hay tanto contraste en el sentimiento como contradictoria es la India. En sólo 24 horas el país te muestra un sinfín de aspectos que conviven en la vida: lo más espectacular, estético e increíble, eso que te deja boquiabierto, con una miseria abrumadora e incomprensible. Todo está mezclado todo el tiempo y creo que por eso es tan impactante el pasaje de una realidad a otra”.

Tanto la fascina cómo conviven los opuestos en el estado asiático que su escala predilecta allí es Varanasi, ciudad situada a orillas del Río Ganges y considerada lugar sagrado por el hinduismo, el jainismo y el budismo, tres de las principales religiones del país. “Esa localidad te conecta al mismo tiempo con la finitud y el nacimiento. Ahí entendés que tu vida tiene un principio y un fin”, reflexiona al hablar del sitio al que cada año peregrinan miles de creyentes, especialmente enfermos o ancianos ávidos de purificar sus pecados con baños en el río. A la orilla del afluente se llevan a cabo innumerables rituales, especialmente al amanecer y a la caer el sol; pero también es común encontrar personas bañándose, familias cremando a sus seres queridos -con el deseo de que se corte al tirar las cenizas el ciclo de las reencarnaciones-, hombres lavando ropa y turistas paseando y admirando lo que ocurre en este escenario.

“Varanasi te conecta al mismo tiempo con la finitud y el nacimiento. Ahí entendés que tu vida tiene un principio y un fin.”

Otra de las visitas obligadas de Tini son las cumbres del Himalaya, bien al norte, en el estado de Cachemira. “Sólo se puede llegar en pleno verano, ya que el clima es durísimo. En ese lugar hay monasterios colgando de las montañas y la experiencia es -literalmente- como tocar el cielo con las manos”, señala quien acaba de lanzar un libro, India Mía en el que relata sus vivencias en el país intercaladas con reflexiones. Su amor por esa cultura es tan desbordante que comenzó a organizar viajes que combinan atractivos turísticos con encuentros espirituales, prácticas de meditación y diálogos con lugareños. “Los tours están llenos de condimentos, la idea es dar a conocer distintos aspectos de India y no sólo visitar un lugar atractivo sino conectar con uno y con los demás”, remata.

 

Rituales

“Siempre digo que India rompe las certezas. Te ubica, obligándote a poner valor en las cosas que lo tienen”, afirma Tini quien todavía se admira con los rituales autóctonos. “Ir a los templos puede ser una experiencia liviana para nosotros, los occidentales, que no poseemos en nuestro ADN la profundidad que ellos tienen. La cultura hindú es sumamente interesante y difícil de abordar. Es un tejido complejo y eso a mí me genera mucho respeto. Trato de observar atentaemente y tratar de comprender, con humildad, algo de esas tradiciones milenarias”, concluye la autora del libro India Mía.

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