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28/05/2018

Un tren de lujo por los Andes peruanos

La misma empresa que opera el Orient Express decidió unir ahora las ciudades de Cusco y Arequipa, en Perú. Un viaje único, por los mejores paisajes de un país que siempre sorprende.

Traqueteando ligeramente, el Belmond Andean Explorer serpentea por la garganta del río Urubamba. En los alrededores de Cusco, el río ha excavado profundos surcos en el paisaje andino peruano. Cerca de la ciudadela inca de Machu Picchu, mundialmente famosa, el tramo ferroviario parece formar parte del escenario de una película.

Después de dejar atrás la población de Ollantaytambo, el río zigzaguea hacia la selva húmeda, al este, donde desemboca en el Amazonas. La ruta de este viaje en tren, por el contrario, va desde Cusco hacia el suroeste, donde pasa junto al lago Titicaca para dirigirse a Arequipa.

Desde mayo de 2017, el nuevo tren de lujo enlaza las dos perlas de los Andes peruanos. El viaje, que dura dos noches, lo organiza la misma empresa que opera el Eastern & Oriental Express en Asia. El trayecto que va desde Cusco hacia el sur es el más bonito, porque el tren pasa de día por las regiones más impresionantes. Sin embargo, quien quiera planear el viaje de forma más dramática debe iniciar el trayecto en Arequipa. En este caso, el viaje termina en Cusco, ciudad cabecera de Machu Picchu, una de las nuevas siete maravillas del mundo.

Independientemente de cuál sea la dirección que uno elige, conviene tomarse el tiempo para la aclimatación, sobre todo cuando uno viaja desde la capital, Lima, situada junto al mar. Cusco está a una altura de 3.416 metros y Arequipa a 2.300 metros. En estas alturas, no pocos turistas tienen dificultades para respirar.

En Arequipa, el “Andean Explorer” sale por la noche. La ciudad está rodeada de volcanes de hasta 6 mil metros de alto. El casco viejo de la ciudad con su Catedral, una de las construcciones más monumentales de los conquistadores españoles, fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 2000. El tramo entre Arequipa y Puno con sus puertos de montaña situados a casi 4.500 metros de altura es una de las rutas ferroviarias más altas del mundo.

El Andean Explorer es un hotel de lujo rodante con un servicio de cinco estrellas y un encanto histórico. “Los antiguos vagones son originarios de Australia”, dice el gerente del tren, Arnaldo Ponce de León de la Cruz. En Cusco fueron restaurados durante 18 meses. En los vagones se instalaron 24 compartimentos, todos con sus propios baños y duchas. Hay un vagón restaurante, un vagón bar y un vagón panorámico en la cola del tren.

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Tan pronto como los asistentes han colocado el equipaje en los compartimentos, los pasajeros se reúnen en el bar para el aperitivo. Un pianista toca piezas de jazz clásicas. Detrás de la barra, el barman prepara cócteles. El interior del vagón bar es elegante y el servicio es perfecto. Solo que la mayoría de los pasajeros no encaja muy bien en este escenario de estilo colonial con su ropa deportiva y jerséis de lana.

El barman prepara con diligencia el tradicional pisco sour, la bebida nacional de Perú, una combinación del aguardiente pisco con zumo de limón, clara de huevo y hielo. La bebida es exquisita pero bastante fuerte, por lo que es recomendable no excederse.

Aunque uno se cae de sueño después de una cena de varios platos, no es fácil dormir bien la primera noche en el tren. Cuanto más alto trepa el convoy, tanto más falta el oxígeno. A no pocos pasajeros la sangre les golpea las sienes. A los mayores les falta el aliento. Muchos no pueden dormir, aunque las camas son cómodas. Para combatir el mal de altura, los peruanos mastican hojas de coca o toman té de coca, lo que mejora la absorción de oxígeno. Sin embargo, la forma más fácil de sentirse bien es hacer todo con lentitud y disfrutando.

El Andean Explorer viaja por los Andes a una velocidad máxima de 48 kilómetros por hora, que permite contemplar tranquilamente el paisaje que va pasando. El viaje en tren se alterna con excursiones. Después de la primera noche, los pasajeros bajan del tren en Puno, junto al lago Titicaca. Para algunos de ellos, el lago más grande de América del Sur es la mayor atracción del viaje en tren, de unos 550 kilómetros. El programa estándar para los turistas incluye una visita a la isla Taquile, famosa por su arte textil, y a la isla de los Uros. Esta población indígena, que en el pasado huyó de los incas refugiándose en el lago, sigue viviendo hasta el día de hoy en sus islas flotantes hechas de cañas gruesas.

Desde el lago Titicaca, el tren pasa por Puno y luego vuelve a atravesar paisajes despoblados. Las mesetas cubiertas de hierba son especialmente impresionantes. Tras una visita al complejo
arqueológico preincaico de Racchi, el tren pasa por el valle del río Urubamba hasta llegar a Cusco, la capital inca conquistada en 1511 por Francisco Pizarro.

Muchos pasajeros del “Andean Explorer” pasan una noche en un hotel en Cusco para tomar al día siguiente el próximo tren. Para llegar a Machu Picchu hay dos alternativas bonitas: una caminata de varios días por el Valle Sagrado siguiendo el Camino Inca o tomar el “Hiram Bingham”. Este tren de lujo con restaurante gourmet lleva a los pasajeros de Cusco a la fortaleza inca descubierta en 1911. La vista panorámica sobre las ruinas situadas a los pies de la montaña Huayna Picchu, que se alza al cielo con su forma cónica, es el momento culminante de un impresionante viaje en tren por los Andes.

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