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01/06/2018

Armando Bo: “La felicidad no es ganar un Oscar»

Por Fernando Gomez Dossena | Es el director de uno de los estrenos del año: Animal. A punto de cumplir 40, habla de su vida itinerante entre Buenos Aires y Los Ángeles, de las presiones por haber ganado un Oscar, de su familia, de su abuelo y de Isabel “La Coca” Sarli.

Tiene su productora ReBolución en Barrio River. Es una casona estilo art decó que impacta por su fachada. Apenas uno atraviesa la puerta se encuentra con un afiche de Carne, el filme que protagonizó Isabel Sarli y dirigió su abuelo, Armando Bo (de quien heredó el nombre y la pasión por el cine). Muchos afiches más se replicarán por los pasillos de los tres pisos de “su casa”. Sí, así es como la llama Armando, ganador del Oscar por haber coescrito junto a Nicolás Giacobone y el propio Alejandro González Iñárritu  la película Birdman. Hoy se lo ve entusiasmadísimo ya que acaba de estrenar Animal, su segundo filme como director, protagonizado por Guillermo Francella y Carla Peterson. “Con este trabajo me saqué el gusto de contar lo que genera el capitalismo: que todo tiene un precio e intenté mostrarlo con una mirada irónica. Guillermo es un hombre que tiene el trabajo y la familia perfecta, que siempre actuó correctamente y un día necesita un trasplante de riñón y la burocracia y la realidad lo agobian. Y en la espera comienza a enloquecer. El sistema lo desquicia porque siempre hizo lo que debía y hoy nada de eso le sirve”, cuenta Armando, hijo de Víctor, hermano de la corresponsal de guerra Teresa y papá de Amador (8) y Torino (4).

-¿Sos de hacer lo que “se debe”?
-Más bien improviso. Me cuesta mucho tener un patrón de comportamiento. Soy alguien que va siempre al frente, que trata de avanzar y de hacer. En ese camino me cuesta respetar todo cómo tiene que ser. En un punto, algo de rebelde tengo.

-¿Cambian las presiones al momento de trabajar con un Oscar debajo del brazo?
-Sin dudas, porque sin quererlo estás a otro nivel y te juzgan desde otro lado. Tengo la estatuilla en mi casa y la veo cada tanto. El premio me hizo entender que la felicidad no está en un Oscar ni en el dinero, sino en hacer lo que a uno le gusta y pasarlo lo mejor posible. Y eso me pasó con Animal.

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-Te bautizaron con el nombre de tu abuelo…
-(Interrumpe) Fue una falta de creatividad total… (risas).

-¿Qué cosas sentís que heredaste de él?
-Obviamente me marcó en mi carrera, más que nada al principio. El tipo era un luchador contra la censura y un rebelde. Hacía lo que quería y en eso me siento identificado. Pero, por otro lado, intento no pegarme demasiado a él. Artística y creativamente busco mi propio camino.

-¿Fuiste fanático de sus películas?
-Las vi, claro, más que nada cuando empecé. Ahora hace tiempo que no miro un filme del abuelo entero. Me parece más loco ver los largometrajes en los que actuó mi viejo, por empezar porque verlo en la época Los Superagentes me hace reconocerlo de una manera diferente, y a su vez, porque me encuentro también muy parecido a él físicamente.

-¿Te gusta venir a Buenos Aires?
-Estoy instalado acá hasta julio. Esta ciudad me motiva, me encanta y me siento muy argentino. Tengo muchos amigos, familia… Cada año que pasa la extraño más.

-¿Cómo es tu vida en Los Ángeles?
-Vista desde afuera parece genial: el mar, el primer mundo, siempre hay sol… Pero a su vez ese clima funciona como metáfora: si siempre está todo perfecto y no aparece ni una sola nube, te vas a terminar aburriendo. Tengo la suerte de poder ir y venir y eso me da aire.

-¿Qué hacés en tu tiempo libre?
-Nada (risas). Cuando uno hace lo que le gusta se vuelve un problema porque nunca cortás. Sino paso tiempo con mi mujer y mis hijos. Mi rutina es súper normal, ando en bicicleta, voy al almacén, hago un asado, juego a los Lego con mis hijos…

-Tu mujer es vestuarista, ¿cómo te llevás con la moda?
-Y, bueno, uno va madurando y le empezás a dar cierta importancia… Me llevo bien. Me ayuda mucho su ojo estético. Trato de escucharla lo más posible. A veces puedo y a veces no, pero está buenísimo tener a alguien que te dé con un caño sin problema. Valoro la crítica constructiva.

-¿Cómo es tu postal de felicidad?
-Con mi familia haciendo lo más común que encontremos para hacer: comiendo en el jardín, jugando a las escondidas o a la mancha. Tuve la posibilidad de vivir cosas muy buenas en lo profesional, pero no llegan ni cerca a estas cosas que te estoy describiendo.

-Para finalizar, Isabel Sarli tuvo ciertos comentarios en contra tuyo ¿qué opinión tenés al respecto?
-Nunca lo escuché, así que no sé si será verdad o no. Paralelamente a eso, yo tengo un gran respeto por ella, porque es una estrella y por la historia profesional que tuvo con mi abuelo; la personal no la conocí. No estuve en ese momento y no puedo volver atrás para verlo. Entonces, es raro estar opinando de algo que pasó hace más de 40 años. Conmigo se portó muy bien. Cuando empezaba me regaló la cámara que era de mi abuelo, lo valoro. No tengo mucho más para decir.

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