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Camino al Oscar. Gastón Gorali y Juan José Campanella no dudaron en hacer realidad el sueño de Sheila: convertir la historia de Ian en una pieza audiovisual capaz de conmover y despertar conciencia en torno al bullying y la inclusión.
15/08/2018

  

Campanella: «Este corto es un orgullo y llega directo a las emociones»

Por Florencia Rodríguez Petersen | Ian, el corto animado de Mundoloco, relata la historia de un niño con discapacidad. Premiada en Los Ángeles, la animación espera llegar a todos lados con su mensaje a favor de la inclusión.

Hace poco más de un año, con la certeza de que hoy todo pasa por lo audiovisual y el sueño de compartir cómo vive, siente y sueña un niño con discapacidad, Sheila Graschinsky golpeó la puerta de Mundoloco, la productora de Juan José Campanella.

Su objetivo era hacer una pieza audiovisual que le permitiera llegar a más lugares con el mismo mensaje que la motivó a escribir El Regalo, libro infantil que relata el día a día de un niño que usa silla de ruedas, andador y un comunicador para relacionarse con los demás.  Ver cómo Ian -el mayor de sus hijos, que padece una encefalopatía crónica no evolutiva- sufría por las risas y bromas de chicos que no entendían su discapacidad fue el impulso para que se sentara a escribir. «Un día me dí cuenta de que esos niños no podían entender nada de la realidad que veían. Me ví a mí misma a los 12 años: no sabía nada de discapacidad, no tenía idea de cómo podía hacer un chico para vivir si no podía moverse ni hablar. Más tarde le conté todo esto a Ian: le dije que esos chicos no sabían cómo jugar con él ni entendían todo el esfuerzo que él hacía». Desde que publicó el cuento, siempre tiene ejemplares a mano, «cuando atravesamos una situación fea con alguien le damos el libro y notamos el cambio de actitud que despierta”, subraya.

«Buscamos la dualidad de mostrar la doble interpretación de un objeto que a la distancia se lee de una forma pero que al acercarnos vemos que está conformado de otro modo», sostiene Campanella.

«Sheila, la mama de Ian, se acercó a mi socio Gastón Gorali con un gran sueño: llegar a todos los hogares con un mensaje que promueva la inclusión», explica el director Juan José Campanella y sigue: «El equipo de Mundoloco se sumó a este desafío y comenzamos juntos a trabajar sobre esta pieza única que hoy es un orgullo y que llega directo a las emociones». El corto, que debutó en la última edición del Festival de Cine de Cannes, está siendo presentado en los principales festivales internacionales y acaba de ser reconocido como la mejor animación en el Festival de Cortos de Los Ángeles.

«Desde que comenzamos a pensar el corto buscamos transmitir el mensaje de una manera en que los padres y los chicos pudieran aprender, comprender y sentir juntos, a través de una historia que atrajera visual y narrativamente a ambos extremos de la familia», señala el Campanella, a quien Graschinsky eligió porque su hijo estaba fascinado con Metegol, película animada de su autoría.
Cómo si todo fuera una gran metáfora, la propuesta combina animación en 3D y stop motion, que le permitieron a los productores integrar dos mundos: las maquetas -que tienen la particularidad de haber sido construidas con material de descartes- y la tecnología digital.  «Esto no es casual, buscamos la dualidad de mostrar la doble interpretación de un objeto que a la distancia se lee de una forma pero que al acercarnos vemos que está conformado de otro modo», sostiene Campanella.
Acerca de la integración de Ian al equipo, el director recuerda: «La narración de Sheila y su encuentro con el equipo de Mundoloco fue el puntapié inicial, pero el gran protagonista de la historia fue Ian, quien participó activamente en todo el proceso. Visitó al equipo de trabajo en varias oportunidades y pudo también compartir los avances del corto. Fue muy emocionante cuando compartió qué era lo que quería transmitir, a través de entrevistas y charlas con sus terapeutas. La historia buscó relatar su punto de vista: lejos de tener un sentimiento de venganza describió que le hubiera gustado poder volar y abrazar a todos esos nenes que lo cargaban. Y fue tan fuerte su mensaje, que lo hicimos “volar”: así decidimos que el corto sería animado», concluye feliz por el premio y con el sueño de que esta pieza audiovisual sirva para generar una mayor y mejor inclusión.

 

 

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