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05/04/2019

Moda

Lencería en tiempos del #MeToo

Aunque no terminan de hallar la fórmula para prescindir de la cola o el busto en los avisos, en Francia -cuna de la ropa interior más sexy-, distintas marcas buscan demostrar que la mujer no es un objeto y se reinventan en diseño y marketing.

El movimiento que se inició como hashtag  (#MeToo) para denunciar en Estados Unidos la agresión y el acoso sexual está lejos de haberse apagado. Sus esquirlas son múltplies, variadas y globales y es por eso que el universo de la ropa interior ya está tomando nota. En ese contexto, no es extraño que las tangas y corpiños push-up pierdan fuelle y la comodidad se anteponga como nunca a la ultrasexualidad o que incluso la propia noción de seducción comience a redefinirse en función del bienestar femenino y no del deseo masculino.

La publicidad es uno de los primeros terrenos donde eso se hace notar. La última campaña de Aubade, marca francesa de alta gama  que reivindica desde hace 60 años la seducción, suscitó la polémica meses atrás debido a la imagen gigante de una cola perfecta debajo de una bombacha con bordados que apareció colgada en la fachada del centro comercial Galerías Lafayette en París, Francia.

La concejal comunista de la capital Hélène Bidard, a cargo de la igualdad de género, reclamó, allá por diciembre pasado, “la retirada inmediata de esta campaña sexista”, con una mujer “sin rostro”. Otros reivindicaron que en los países donde se prohíben estas imágenes, las mujeres son maltratadas. “No lo esperábamos, pero no nos afectó”, comenta Martina Brown, directora general delegada de Aubade, recordando que sus famosas campañas “Lecciones de seducción” de hace 25 años “chocaron, pero no impidieron que las mujeres compraran los productos. A las mujeres les encanta ver la finura de los bordados, los encajes… Esto nos llevó a aumentar el zoom y cortar la cabeza, ¡es la única manera! Ya hace 20 años que algunos fabricantes muestran mujeres normales y no modelos. Es decisión suya. Nosotros preferimos hacer soñar”, agrega Brown.

Henriette H, una nueva marca de lencería conocida gracias a Instagram, desfiló en enero en París junto a Aubade y una quincena de otras firmas del sector en un pase destinado a promover el “savoir
faire” francés. Su creadora, Sarah Stagliano, de 36 años, abrió una tienda en París llamada Casa abierta, donde las bombachas y otras prendas con motivos seductores se prueban en cabinas colocadas en los aparadores. La clienta elige si corre la cortina o no. “Puede ser polémico, pero si la mujer decide exhibirse en la vitrina, es libre de hacerlo”, afirmó la creadora defendiendo que cada una tiene el derecho de tomar sus propias decisiones, incluida la de ser un “objeto sexual”. Una treintañera, Jazmine, es imagen de la marca desde hace 6 años, y Sarah asegura que seguirá siéndolo “dentro de 10”. En las fotos, se muestra “tal y como es” y se opone a que se retoquen sus senos, aunque “estén un poco caídos” debido a la
lactancia.

Diferencia de opiniones 
Más allá de todo, los clichés sensuales prevalecen. “No hemos encontrado una alternativa a la cola para vender lencería”, afirma Stagliano. Y agrega: “Para vender un lindo culotte, necesito un trasero porque sigue siendo el lugar donde se coloca. Si vendiera crema y enseñara un par de nalgas, sí que tendría la impresión de utilizar indebidamente la imagen de la mujer”.
A la inversa, la firma familiar Simone Pérèle presenta desde hace un año sus prendas como naturalezas muertas, colocadas sobre un sofá o revelando sólo un bretel que lleva una escritora o una atleta. Una
manera de desacomplejar a las mujeres y permitir que la lencería sea más accesible. “Las mujeres nos decían que veían modelos retocadas con Photoshop… Hay que cambiar el discurso”, dice Stéphanie Pérèle, nieta de la fundadora de la firma. Renaud Cambuzat, fotógrafo de moda y director artístico del grupo Chantelle, que reúne varias marcas de lencería, estimó que faltan propuestas para adecuarse a una mujer moderna “compleja, multifacética y cambiante”. Por un lado, están los grandes desfiles estadounidenses ultrasexuales como los de Victoria’s Secret, aunque el hecho de que este esté perdiendo audiencia demuestra “que este es quizá el fin de una época”, dice Cambuzat. Y agrega: “Por otra parte, está el otro extremo: como ya no queremos mujeres esqueléticas, recurrimos a las tallas grandes un poco caricaturescas. Se avanza, pero todavía queda mucho camino por recorrer para salir de los estereotipos”.

Primero el confort
En tanto, en la última Semana de la Moda en París hubo un tiempo para la lencería y allí se pudo apreciar un espíritu rockero y las innovaciones que ayudan a la mujer a sentirse bien. El encuentro se caracterizó por no imponer estereotipos. Una selección pensada para representar a una parisina con desparpajo, despreocupación
y libertad. París, la ciudad que inventó la ropa interior sexy, recibió un desfile de lencería con un espíritu muy roquero que rindió homenaje al “savoir faire”. “No imponemos ningún estereotipo, nuestro objetivo es ayudar a las mujeres a estar bien”, declaró Alain
de Rodellec, presidente de la asociación Promincor-Lingerie Française, que abrió el desfile Lingerie Rocks, en el que participaron
catorce marcas veteranas y tres jóvenes marcas francesas de lencería.

Bailarinas y modelos se fueron alternando en cuatro escenarios, a ritmo de rock en vivo, en el que lucieron ropa interior negra bajo camisas blancas tomadas del armario masculino, con un look propio de los años 60 que rompió con los códigos de la femineidad. Otras llevaban prendas coloridas con flores bordadas, como las de los años 70, tocados con una cinta en el pelo; y otras,
lencería de colores intensos como el rojo y el fucsia combinada con chaquetas de cuero negras bajo el tema “las chicas no lloran” y “glamrock”, en blanco con cinturones y botas altas doradas.
Pero, por encima de todo, primó el confort: ni pushup, ni tangas, sino más bien formas más modernas, como la bralette (híbrido de sostén y top deportivo) y el triángulo; corpiños sin armazón y bombachas
altas e invisibles. “Todas las marcas tienen la habilidad de vestir a las mujeres, de todos los talles. Todas las mujeres, sea cual sea su morfología, deben sentirse guapas y bien en su cuerpo, la lencería las ayuda a sentirse cómodas”, concluye Karine Sfar, de la Federación
francesa de Punto y Lencería. –

 

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