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02/08/2019

Soledad Pastorutti: La vida es fuego todo el tiempo

Por Mariana Comolli | Autoexigente,se anima a mostrar cada vez más a la Sole sexy porque sabe que el poncho va con ella a todas partes. cree que todavía no alcanzó el éxito como cantante y confiesa que camina sobre brasas a diario y que tener dinero a veces le da culpa.

En Arequito todos dormían la siesta y Soledad Pastorutti tomaba velocidad. Tenía solo 12 años y, como odiaba descansar después del almuerzo, huía de su casa en una moto cobriza medio desvencijada. “Me escapaba por los caminos de tierra a buscar qué se yo. Iba rápido. Me gustaba sentir el viento en la cara y el polvo, sobre todo en los días otoñales, el solcito era como que me abrazaba…”, recuerda. Hoy, con 38 años, “la Sole” sigue viviendo en Arequito
y se sigue escapando. Sale a correr por el campo. Pisa fuerte la tierra, esa que siempre le permitió no “marearse” a pesar de contar 21 discos, 11 premios Gardel, un Grammy Latino y varios discos de Oro y Platino. Hace pocas semanas regresó de una gira por 15 ciudades de Estados Unidos, donde se mostró con sensuales vestidos y altísimos stilettos. Tiene tan claro que el poncho va con ella a todos lados, que ahora se permite mostrar a la “Sole mujer”. Con más de dos décadas de trayectoria, esta inmensa artista alterna folclore con baladas románticas y se agiganta en una mixtura entre Mercedes Sosa (a quien admira) y Carlos Vives (quien le está produciendo un disco que saldrá en octubre).
-¿Si tus hijas (Antonia, de 8 años y Regina, de 5) al cumplir los 12 te dijeran que van a andar en moto solas por el campo, ¿qué les dirías?
-Me muero. Ni pienso contarles que en mi vida hubo una moto. ¡Nunca existió! (Ríe). Me cuesta mucho… No sé si antes había inconsciencia o era otra manera de vivir la vida, pero las cosas cambiaron.

“Hoy busco la comodidad, pero me pasa, como a todos los que nos preocupamos por el país, que pienso qué más podría hacer por el otro. A mis hijas trato de hacerles ver que nada se consigue sin esfuerzo”

Mi abuela vivía a 15 kilómetros de casa y yo más de una vez fui sola, siendo una nena. Hoy no me cabe en la cabeza que eso pase con mis hijas, pero también creo que hay una cierta libertad que me gustaría que tengan.
-Como mamá, ¿qué cosas te cuestan?
-Me cuesta mucho ser la autoridad en casa. No soy buena en que se vayan a dormir a una determinada hora, en casa no hay una vida metódica. No soy de las mamás que a las 10 de la noche acostaron a sus hijos, a veces estoy con ellas hasta las 2 de la mañana. Yo odiaba las siestas, así que no se las obligo a ellas; siempre las dejé dormir cuando querían. Tengo ese problema; no hay un orden. Pero dentro del desorden, siempre traté de que no les falle ninguna comida, que coman más o menos a horario, pero no me molesta que sean noctámbulas.
-Tu infancia es diferente a la de ellas a nivel económico.
¿Alguna vez te hizo ruido haber alcanzado determinado nivel adquisitivo?
-Sí. A veces me da culpa, pero soy una laburante. Yo me esfuerzo muchísimo por todo. En mis inicios, un periodista me dijo: “En 5 años te veo con un celular y una camioneta 4×4”. Le respondí: “Te juro que no”. Me compré una camioneta mucho después, porque no me gusta perder ni a la bolita. Fui juntando y poniendo peso por peso en un sobre. Hoy busco la comodidad, pero sí me pasa, como a todos los que nos preocupamos por el país, que pienso qué más podría hacer por el otro. A mis hijas trato de hacerles ver que nada se consigue
sin esfuerzo.
-¿Y lo entienden a pesar de no haber vivido ninguna privación?
-A mí no me daban plata para el recreo, el desayuno en casa era el pan duro del día anterior. Una vez me sonrojé en el jardín de Antonia porque después de las vacaciones la maestra les preguntó a los chicos a dónde habían ido; algunos dijeron “al arroyito a pescar” y Antonia empezó a nombrar: España, Miami… A mí me dio un poco de vergüenza, pero después entendí que es su realidad y que no lo contó como diciendo “ay, yo estuve en esos lugares”, porque nosotras vamos a Nueva York y también al arroyito. Lo que me pone feliz es que ellas son felices en cualquier lugar.
-Hay artistas que cuando empiezan piensan en alcanzar el éxito. En tu caso, la rompiste desde el primer disco. ¿Qué es el éxito para vos?
-Yo creo que el éxito como cantante, compositora y artista todavía no lo logré, es algo que no sé si algún día voy a lograr. Porque soy muy pretenciosa. Pienso que mi mejor disco todavía no salió, que
mi mejor canción no se cantó. Eso con la música y con el arte. Después está el otro éxito, que es haber logrado un nombre en el ambiente artístico y que la gente me reconozca, que sepa quién soy. Eso está buenísimo porque genera empatía con la gente. Me gusta ser artista popular, me parece que también es parte del éxito. El público es muy importante para mí, la prensa también, pero yo soy la más difícil para aceptarse. Todavía creo tengo mucho por aprender y conocer, entonces es como que no creo haya logrado el punto de equilibrio.
-¿No tendrás la vara muy alta?
-Sí, probablemente. Y quizás eso no le pase a todos los seres humanos. Quizá me muera sin haber alcanzado mi objetivo, pero lo bueno es que eso me mantiene activa. Eso es lo positivo que le veo. Lo sufro un montón, no voy a mentir, y cuanto más pasa el tiempo, peor es para mí.
-Algunos en tu lugar harían un poquito la plancha.
¿No te permitís hacerla?
-No puedo. Creo que por eso me voy de gira a Estados Unidos, a Europa. Sufro muchísimo la autoexigencia y cuanto más tiempo pasa, peor es. Estoy en una búsqueda constante y tiene que ver
con encontrar un punto de equilibrio con el folclore hoy. Hay mucha gente que dice que mezclar géneros es cambiar la música. Puedo hacer miles de cosas, pero mi gran reto musical es, justamente, la mixtura. Igual que lo que sucede con mis hijas, entre el pueblo y la ciudad.
-Una frase de la canción Aunque me digas que no dice “camino sobre el fuego”. ¿En qué situación de la vida sentís que caminás sobre brasas?
-Todo el tiempo. La vida es fuego y a veces te quema porque incluso a las cosas buenas, a veces no las soportamos más. “Camino sobre fuego” es lo que nos pasa a todos: ante la pérdida de un ser querido,
con frustraciones, una enfermedad… Eso es el fuego, pero también es el éxito y las cosas buenas que nos suceden para las que no estamos preparados.
Siempre somos inconformistas y creo que la vida es fuego todo el tiempo. Es que yo canto porque me gusta cantar, no por el resultado. No canto porque sé que me va a ir bien y porque sé que voy a ganar
plata. La canción Aunque me digas que no habla un poco de eso, de un amor que se siente a pesar de todo. Cuando sentís amor, no sabés si el otro te va a corresponder. Es pensar: “Aunque me duela o no me aceptes, yo lo voy a sentir y prefiero sentirlo a que no suceda” porque eso es vivir.
-En el video estás con un vestido blanco muy sensual y, por primera vez en tu carrera, actuás con un hombre al que estás a milímetros de besar. Tu marido (Jeremías Audoglio), ¿qué dijo de eso?
-(Ríe) Jere trabaja conmigo. Con la compañía discográfica planteamos que haya mucho más de “la Sole mujer”, que es la faceta menos explotada en mí. Y con mi madurez de hoy, es natural que suceda. Todos estuvimos de acuerdo. No te digo que Jere hizo una fiesta, pero es un trabajo. El video está bien logrado… A mí me gusta actuar. De todas maneras, siento que hubo gente, sobre todo el público que me sigue desde hace tiempo, que se sonrojaba frente a la situación.
-En la era de la desnudez en redes sociales, ¿no es raro que la gente se sonroje porque vos sugieras un beso con un hombre?
-Es rarísimo, pero está bien que suceda. Habla de una manera de haber llevado adelante una vida, una carrera. A mí no me van a ver nunca desnuda, pero no por eso dejo de ser una mujer que también es coqueta y que se enamora incluso estando casada. A mi marido le pasa lo mismo. Nosotros tenemos una relación abierta, pero no en el sentido del que se habla hoy… Por ejemplo, pasa una chica bonita y yo le digo: “Mirá qué chica linda”. Creo que la belleza está para admirarse en todo sentido y el video tiene que ver con eso, con mostrarme de otra manera, con jugar y ver qué le pasa al público; salir un poco de eso que tiene el folclore, que parece no permitirlo.

 

MUCHO MÁS QUE FOLCLORE
El 5 y 6 de octubre presentará un nuevo disco, en el teatro Ópera,
donde se reflejará que la Sole es folclore y mucho más que eso. “La
mayoría de las canciones son propias. Estoy componiendo mucho”,
cuenta. Autoexigente al máximo, reconoce que está detrás de todos
los detalles y revela que volvió a estudiar canto. “El año pasado empecé a tener problemas con mi voz, noté que no podía alcanzar las mismas cosas que antes. Entonces me propuse superar ese problema, además de aggiornarme con la música”.

 

 

 

 

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