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03/09/2017

Personajes

Julieta Ortega: “Después de los 40, el amor es puro disfrute”

Por Pablo Steinmann | Actriz, madre, diseñadora y nuevamente novia (junto al empresario Esteban Eskenazi), Julieta repasa todas sus novedades -y sus reforzadas convicciones- en la era de la madurez.

Planea la charla para su hora de almuerzo, en un alto de las grabaciones de Heidi, bienvenida a casa, la tira de Nickelodeon con la que cumplió un antiguo anhelo: trabajar para chicos. “Era algo que quería hacer desde hace mucho, incluso antes de convertirme en madre. Requiere aprender un código completamente nuevo, bien infantil y disparatado. Los adultos somos como niños haciendo de grandes, es todo muy divertido”, comenta la actriz a la que también se la puede ver como Nancy, la mujer de Chelo (Luis Brandoni), en la muy aclamada ficción de Telefé y TNT, Un gallo para Esculapio. Sus novedades, claro, están lejos de quedarse allí ya que luego de un largo tiempo de soltería, Julieta está nuevamente de novia, con un hombre bastante alejado de su mundo: el empresario y licenciado en Sistemas Esteban Eskenazi, hermano mayor de Sebastián, ex CEO de YPF.

-En tus últimas notas hablabas mucho de lo bien que te llevabas con tu soltería…
-Es cierto, ¡pero cada tanto me enamoro, che! (ríe) Fuera de broma, yo disfruto de ambos estados pero me parece es que en general la gente no sabe estar sola. Y eso suele ser un problema. A a mí, por suerte, me gusta mucho el mundo privado que creo a mi alrededor. Será que lo aprendí desde muy chica, cuando empecé a viajar y a vivir afuera por las mías. Y en ciudades como Los Ángeles y Miami, donde estás todo el día arriba de un auto, sin tanto contacto con los demás. Recuerdo que había muchos días en los que no hablaba con nadie. Y eso que me encanta conocer gente, ¡eh! Soy muy curiosa del mundo de los demás y adoro estar rodeada de personas diferentes. Cuando volví a Buenos Aires, a los veintipico, fue todo un tema ya que había perdido a la mayoría de mis amigas de la adolescencia. Fue empezar de cero, literalmente. Me fui haciendo de nuevos amigos a medida de que empecé a trabajar.

-¿Quiénes son hoy tus principales amigas?
-Tengo muchas, aunque a algunas no las veo tan seguido como quisiera, caso Leticia Brédice. Nos conocimos siendo ambas muy jóvenes, nos hicimos íntimas, compartimos de todo y hoy seguimos en permanente contacto pero sin vernos tanto como antes. Ambas tenemos hijos, pareja, vivimos un poco alejadas… La adoro a Leticia pero hoy no tengo el trato, lo cotidiano que quizá sí tengo con (Andrea) Rincón, que vive a cuatro cuadras de casa.

“Hay que ajustar algunos detalles familiares y logísticos pero tengo muchas ganas de convivir con Esteban. Cuando siento que el amor llega, no doy más vueltas. Y con él fue así, claro y contundente”.

-Hace poco te escuché relatar en radio cómo la conociste a ella. “Estaba caminando por mi barrio y vi pasar a una chica con una piel hermosa, con brillo en sus ojos… La vi preciosa, una niña”, contaste….
-Sí, fue un poco lo mismo que me pasó con Leticia. Yo creo que a los amigas una las elige así. Los ves y enseguida pensás : ¡cómo me gustaría que esa persona esté en mi vida!
-Muchos se agarraron de eso para agitar el rumor de que eran pareja…
-Sí, a esta altura ya estoy más que acostumbrada. Recuerdo que ya en la época del programa Son o se hacen, con Carolina Fal nos decían lo mismo. Quizá en ese entonces me divertía pero ahora me irrita un poco. Primero porque me parece lo menos salir a aclarar: “no me gustan las mujeres” y segundo porque hay mucha gente involucrada en el medio. Si bien recuerdo que a Iván (Noble) el tema le provocaba risa, y a mi actual novio le sucede lo mismo, a mí ya me cansó que inventen tantas pavadas.

-Volviendo a tus amistades, ¿no te hiciste amigas entre las mamás del colegio de Benito?
-Íntimas no. Tengo relación con muchas y estoy en contacto diario, ¡como estamos todas las madres y padres de este país! (ríe) Alguna vez quisiera averiguar si en otras partes del mundo existe de manera tan extendida esto de los grupos de WhatsApp

-¿Tan intensos son?
-Lo que pasa es que yo tengo muchos frentes abiertos -y por tanto muchos grupos- y no me llevo muy bien con esa dinámica de que hablan dos y todos los demás tenemos que enterarnos de esa conversación. Es ridículo e invasivo. Me suelo salir bastante de los grupos, aunque siempre aviso primero. Ya me pasó en varios elencos que enseguida me agruparon con todo el mundo.

-Encima ahora en Heidi estás rodeada de actores millennials..
-(Ríe) Sí, ¡es la gente más joven con la que me tocó trabajar en mi vida! Creo que Adriana Salonia es la única de mi generación. Igual estoy más que chocha con ellos. Benito me acompaña a las
grabaciones cada vez que puede y le encanta. Ve chicas divinas, que encima le alaban los rulos. Estamos felices los dos.

-En Un Gallo para Esculapio estás casada con Chelo (Luis Brandoni), un tipo bastante mayor que vos…
-Sí, y esa es la gracia. Chelo, al igual que muchos hombres, tiene la pasión puesta bien fuera de su casa. Es un padre grande, desconectado, prácticamente ausente. Y eso lo vi mucho en mi vida. Hombres que no necesariamente tenían otra mujer pero que ponían toda su líbido en el trabajo, el éxito, el dinero. Y eso se siente. Los hijos lo sienten y las mujeres también.
-¿Lo sentiste con tu papá alguna vez?
-(Piensa) No. Si bien llegaba siempre tarde a casa, cuando lo hacía, se conectaba a pleno con nosotros. Le gustaba jugar, tirarse al piso, nos bañaba… Recuerdo que nos metía a todos en el jacuzzi, que era bien grande, y después nos iba sacando de a uno y nos entregaba a mamá que nos esperaba con la toalla.

-Estás en pareja con un hombre algo mayor (tiene 58 años) y de mucho dinero. ¿No temés convertirte, como tu personaje, en “la mujer de”…?
-No, ya estoy grande para eso. Trabajo desde los 18 años, tengo mi casa, pago todas mis cuentas… Si en algún momento me tomo un pausa es porque estoy cansada o porque lo quiero acompañar en algún viaje pero nada más.

“No quiero pasar toda mi vida viéndome en un monitor, sobre todo porque este es muy medio muy cruel para las mujeres. En televisión, la mujer tiene que ser deseada siempre, eso lo sé desde que tengo 20”.

-¿Te molestaría dejar de trabajar?
-Creo que no me haría feliz. Lo que sí, no creo que actué toda la vida, pero eso es algo que pienso desde siempre, mucho antes de conocerlo a él. De hecho Jota & Co, mi marca de ropa, fue creada un poco con la idea de ir abandonando de mi trabajo de actriz. La verdad es que no quiero pasar toda mi vida viéndome en un monitor, sobre todo porque este es muy medio muy cruel para las mujeres. En televisión, la mujer tiene que ser deseada siempre, eso lo sé desde que tengo 20. Brandoni, en Un gallo…, hace de marido de una chica más joven. A una actriz nunca le va a pasar algo así. Sé que esas son las reglas del juego y tampoco las sufro tanto. Te mentiría si te digo que vivo pendiente del físico. Me conozco muchísimo la cara y el cuerpo por lo que si me ponés frente a una cámara, sé mostrar lo mejor que tengo y ocultar lo menos lindo.

-¿Qué es lo que menos te gusta de vos?
-Mmm, la nariz quizá… Pero nunca me quise tocar la cara, me parecía un valor eso y ahora que me veo pienso que en una de esas me debería haber hecho algún retoque. Pero enseguida se me pasa. Te repito: esto de envejecer no lo digo como algo que sufro, sino como algo que no pienso sufrir. La televisión es el imperio de la juventud. Por eso no quiero permanecer, forzando algo que no soy.

-Ahora que sos emprendedora, ¿le pedís consejos empresariales a tu novio?
-Sí, a full. El otro día lo agarré y le dije: “quiero que me enseñes a armar un negocio” ya que la idea es ponernos un local. Sí, claro, que lo voy a aprovechar, es un tipo muy inteligente que creó una empresa de software casi de la nada.
-“Tenía ganas de salir con alguien con zapatos”, dijiste hace poco… ¿Era así?
-(Ríe) Sí, lo dije a modo de chiste o distracción pero algo de verdad tiene la frase. Quería conocer a alguien que no fuera del medio, que tenga una trabajo formal, de 9 a 18… Se los venía diciendo a mis amigas y finalmente sucedió. Bueno, yo creo mucho en el poder de los deseos. Y cuanto más específicos son, mejor.

-¿Ya conviven con Esteban?
-No, pero hay muchas ganas. Sólo hay que ajustar los detalles familiares y logísticos pero lo cierto es que a esta edad estoy con menos ganas de perder el tiempo. Y eso es genial. El otro día lo hablaba con una amiga y le decía: “después de los 40 el amor es puro disfrute, es maravilloso”. Y sí, estás más sabia, más aplacada y tenés más conciencia de cosas que antes no, como por ejemplo el paso del tiempo. Igual debo admitir que siempre fui bastante lanzada. Con Iván nos casamos a los seis meses de conocernos, imaginate. A lo que voy es que no quiero perder el tiempo. Cuando siento que el amor llega, no doy más vueltas. Y en este caso fue así, claro y contundente.

 

 

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