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27/09/2018

Nuestro Hombre

Radagast: “Para hacer reír hay que ser feliz»

Por Pablo Steinmann | Arrancó como mago de muy chico y ahora, sostiene, es tiempo de mostrarse cada vez más auténtico. Eso es lo que hace con su nuevo show Serendipia y acá habla de ello, de sus sueños, de su novia e hija y de su no a Tinelli.

Nacido en Bahía Blanca como Agustín Aristarán (nombre que lo acompaña cada vez más),  comenzó a sorprender a los demás con trucos de magia  cuando apenas contaba 12 años. Fue en un acto escolar y desde entonces nunca más paró. Sus padres (comerciante él y fonoaudióloga ella) mucho no lo entendieron, pero aún así apoyaron a full sus irrefrenables ganas de salir al escenario. Su hermano mayor también, tal es así que fue él quien lo bautizó Radagast, como ese personaje de El señor de los anillos que tanto le gustaba. Y así comenzó a hacerse un nombre, primero en fiestas y luego en la calle, donde hizo de todo. “Escupí fuego en los semáforos, armé shows a la gorra y me fui de gira a la Costa con el equipaje obligatorio: mochila, carpa y faso. En la calle aprendí el 70 por ciento de lo que sé”, sentencia hoy, a sus flamantes 35 años. Para quien no sepa aún qué es lo que hace, conviene darse una vuelta por Soy Rada, el especial de magia y (mucho) humor que estrenó este año en Netflix. “De chico me peleé mucho con la cofradía de magos que todo el tiempo me decía lo mismo: “los magos no hacen reír. Pueden provocar asombro, miedo, lo que quieras, pero nunca risa”. Finamente me crucé con un genio que me dijo: ‘vos tenés que ser vos y listo’. En eso estoy”.

Serendipia, tu nuevo show (viernes y sábados a la medianoche en el Metropolitan), ¿es parte de ese proceso?
-Sí. El significado literal del título es “hecho afortunado que aparece de manera inesperada” y mi vida es un poco eso. Soy un tipo con mucha suerte que supo estar atento y ponerle mucho laburo a cada una de las oportunidades que le llegó.

-¿Por qué decidiste instalarte en La Plata y no en Buenos Aires?
-Porque mi hija Bianca vive ahí y no quería perderme el día a día de su crecimiento por nada en el mundo. Ni tampoco condenarla a viajes eternos por toda la ciudad. Fue así que busqué un lugar bien cerquita de ella y de su madre (N de la R: la violinista Noelia Cobos), con quien mantengo una gran relación. Laburamos mucho los dos para llegar a eso y agradezco un montón que haya sido así. Desde el vamos, ambos entendimos que lo más importante de nuestras vidas era Bianca.

-Eran ambos muy chicos cuando la tuvieron…
-Sí, cuando nos enteramos que íbamos a ser padres yo tenía 21 y ella 23. Fue la serendipia más hermosa de mi vida (sonríe).

-Bianca participa hoy, y muy activamente de varios de tus videos y shows…
-Sí, es algo muy loco eso. Desde muy chiquita, cuando apenas hablaba, empezó a decirme: “Quiero bailar con vos en el escenario”. A los dos años hizo su debut en Villa Gesell, con un tutú rosa y a los cuatro me apareció con la idea de una rutina musical: ella sería la bailarina de una cajita musical y yo, el que la liberaba. Lo hicimos sólo una vez, en un show aniversario en Bahía Blanca. No me lo olvido más, sentí que estábamos jugando juntos, casi a oscuras y solos, cuando en realidad estábamos rodeados de más de 900 personas… Fue muy zarpado.

-Músico, mago, comediante… Estás repleto de herramientas para seducir. ¿Las usás?
-(Ríe) Hay toda una escena en este show que habla de esto y se llama, justamente, “El mago no coge”. Hay todo un mito alrededor de eso que está muy lejos de ser realidad. Además, lo cierto es que nunca apelaría a ninguno de esos recursos, jamás podría hacer aparecer una flor de la nada ante una chica. Se me cae la cara de vergüenza.

«La fama es un problema de los otros, no mío. Yo sigo viviendo como siempre».

-Tu novia actual, Fer Metilli, es comediante y juntos han hecho varios videos. ¿Imaginan un show conjunto?
-No. Quizá hagamos algún show puntual pero no una temporada. No nos gustaría que nuestra pareja se convierta en un negocio o un trabajo. Ni siquiera en un paso de comedia. Cuando sucedió lo del viral de la playa (N D la R: un video sobre los “sonidos” que pueblan la Costa argentina en verano que fue un éxito absoluto en redes) nos propusieron hacer diez mil cosas, y a todas les dijimos que no. Creo que además si nos quedábamos explotando ese chiste íbamos a terminar siendo eso, “los niños yo no fui”.

-¿La fama te asusta?
-No. La fama es un problema de los otros, no mío. Yo sigo viviendo como siempre. Por supuesto que trajo muchos cambios ser más conocido, pero ninguno muy crucial. Esa cosa de lejanía con la gente que está arriba de un escenario me parece ridícula.

-¿Decís más veces que no ahora?
-Sí, y aprendí a hacerlo. Antes me costaba mucho, por esta maldita noción de que “el tren pasa sólo una vez en la vida”. ¡No es así! Pasa miles de veces y cada viaje te lleva a un lugar diferente.

-¿Le dirías que no a Bailando por un sueño?
-Mmm… Ya le dije que no dos veces a Showmatch, la primera cuando estaba en Canal 9 y hacían un concurso de magos y la segunda fue hace poquito, para participar de uno de los bailes. La verdad es que no me seduce la tele. Estuve hace poco en un programa (¿En qué mano está?) y no la pasé bien.

-¿Por qué?
-Supongo que no era el proyecto para mí. Me encontré, eso sí, con gente maravillosa, desde el Chino Leunis para abajo todos fueron geniales, pero yo no me sentía cómodo ahí. El programa necesitaba algo de mí que hacía tiempo no hacía. Me sirvió mucho, no reniego de eso, pero desde el primer día supe que no iba a ser feliz ahí. Y cada vez estoy más convencido de que el payaso triste no existe. Para hacer reír hay que ser feliz. –

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El hermano “exitoso”

Los que vieron su espectáculo anterior (disponible en Netflix), habrán escuchado la historia de su envidia hacia su “exitoso hermano programador”. Consultado al respecto, Agustín revela: “Es todo cierto. Menos que lo odio, claro. La verdad es que lo admiro profundamente y además somos muy unidos. Desde muy chicos”. El muchacho en cuestión se llama Manuel Aristarán y desarrolló un famoso proyecto  de gestión pública transparente (llamado Gasto Público Bahiense) y varios proyectos que van desde redes sociales a satélites. Por la web se pueden encontrar sus dos charlas TEDx. “Además de todo eso, es músico de jazz. Es un nerd muy copado”, sentencia, orgulloso.

Edición Nro:

 

 

Un pensamiento en “Radagast: “Para hacer reír hay que ser feliz»”

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