Luz

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-Pero a su vez, usted es una bestseller… ¿Por qué diría que el público, en lugares tan lejanos como Estados Unidos, Francia o Argentina se interesa por sus novelas?
-En el fondo, todos buscamos lo mismo: amor. Todos queremos que alguien nos quiera y se interese por nosotros y las historias que hablan sobre eso son las que perduran, tanto si transcurren en Nantucket como en Buenos Aires.
-¿Nunca padeció el síndrome de la hoja en blanco? Lleva publicadas más de 70 novelas…
-Setenta y dos para ser precisos.. (ríe). La verdad es que nunca tuve grandes crisis en ese sentido. La primera versión de mis libros siempre la escribo a mano y mi único secreto es no parar: imagino y escribo. Recién cuando estoy medianamente satisfecha, paso ese manuscrito a la computadora.
-¿No le duele la mano de escribir tanto?
-Sí, hace ocho años sufrí unos dolores muy agudos y ahí fue cuando el médico me recomendó que haga ejercicio. Y eso hago, todos los días voy al gimnasio y no sólo levanto un poquito de peso sino que también practico boxeo. Le pego a la bolsa y a los guantes de mi entrenador. Eso mantiene los músculos de mi mano, y de todo mi cuerpo, bien entrenados. ¡También es terapéutico! (ríe).
-¿Le quedan cuentas pendientes?
-Algunas… (Piensa). Pero más que cuentas pendientes, tengo un par de lamentos. El principal de ellos: haberme casado con mi ex marido, un hombre muy celoso y malvado. Nunca me entendió. Fue un tremendo error, del que me costó años sobreponerme.

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“Todos buscamos que alguien nos quiera”