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20/05/2018

Nazareno Casero: «Soy caradura, libre y no le tengo miedo al error»

Por Malen Lesser | El actor vuelve al cine con Roman, un policial que se mete con los vicios del propio sistema para hablar de utopías, integridad y valentía. Su búsqueda profesional, el amor, la soltería y la portación de apellido en esta charla fresca, ácida e íntima.

Lo conocimos a los 8 años en Cha Cha Cha, junto a su padre el humorista Alfredo Casero que con naturalidad lo incorporó a un medio que no pudo soltar más. Amor a primera vista. Y como el paso iniciático era flojo de superar, a los 11 años estaba trabajando con el reconocido director cinematográfico Alfredo Agresti, en Buenos Aires Viceversa. Luego llegó el teatro, también junto a su padre, fue notero de Alejandro Marley, en Teleshow, trabajó en Mujeres Asesinas, Los Simuladores y llegaron los 15 años, ahí empezó a darse cuenta que había abrazado una profesión. “Si quería ser otra cosa que no fuera actor había perdido demasiado tiempo“, bromea Nazareno Casero (31).

Con el tiempo, consolidó su carrera con un buen balance entre cine, televisión y teatro, sin dejar de explotar su costado más sexy y fit. Etapa de la que no reniega ni considera contradictoria con gusto por el bajo perfil. “Fue en el momento de explosión de la tira Las Estrellas, surgió hacerlo, lo disfruté, fue un juego y jugar está en mis genes, en ese momento entrenaba mucho, me divirtió mostrarme así. No estoy todo el día delante del espejo, pero me gusta lo que se siente física y mentalmente cuando uno se ocupa del cuerpo, es una herramienta en mi trabajo, lo cuido“, dice al respecto. Lo cierto es que Neno pasó de ser un niño carismático a un actor atractivo cuyo crecimiento es evidente aunque él diga que se considera “un aprendiz“ y que le queda un largo camino por recorrer.

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-¿Cómo fue la experiencia de hacer un policial?
-Soy el compañero de Román, un policía bastante idealista que choca con un entramado más turbio de lo que imaginaba. Aún no vi la película terminada pero me atrajo mucho que fuera una historia local, bastante oscura, citadina, tuvo muchos ingredientes interesantes. Adoro del cine reconocer las horas de trabajo que hubo detrás de una escena que dura por ahí un minuto. Queda lo mejor de tres meses de trabajo y eso me fascina.

-¿Sos idealista?
-Trato de no serlo para no desilusionarme después. Ayer tenía que completar un formulario que me preguntaba por ídolos nacionales, internacionales, del pasado o del presente y la verdad…no tengo ninguno. No es una época de ídolos ni héroes. Alguno me gusta, pero no compro el personaje. Sé que somos humanos y eso nos hace falibles.

-¿Sos sensible, que te protege?
-Bastante, con el arte hay obras que me llegan al corazón, me atraviesan, lloro si escucho Mozart y sí, soy un pelotudo. Me emociono, tampoco es que ando lagrimeando por ahí ni que no escucho reggaeton ni pibes chorros. Tampoco soy sensible las 24 horas del día. Pero prefiero dudar, no creer en lo inmaculado y perfecto. Nos sentimos más seguros, pero es mentira. Me resuena mucho una frase que dice “Si no te duele el mundo es porque estás mirando mal“.

-¿Qué es lo que más te gusta hacer cuando no estás trabajando?
-Soy noctámbulo, por ahí me pongo a ordenar mi casa, a organizar cuestiones y son las tres de la madrugada y me digo ¿qué hago despierto? pero sigo y estoy lúcido como no lo estoy a las 8 de la mañana. Soy un búho.

-¿Estás de novio?
-No, estoy tranquilo. Tuve una relación que duró como un año y pico y ahora estoy bien así. No me cierro al flechazo si me pasa, pero no es que estoy con ganas. Cuando estoy con alguien a mí me gusta agasajar, abrigarla si tiene frío, cocinarle, llevarla, mimarla y estoy haciendo todo eso para mí, estoy con energía puesta en mi ombligo, son momentos.

-¿Qué es lo que más te seduce de una mujer?
-No tengo un estereotipo, me gusta lo sorpresivo, lo que no esperaba, aunque sin duda me atrae la cabeza femenina, su instinto, su intuición. Me gustan las almas inquietas, que están siempre en la búsqueda de sí mismas, las mujeres son tan lindas, todo me cautiva.

-¿Cuánta incidencia tiene tu padre en que hayas elegido el camino que elegiste?
-Hipócrita sería de mi parte negar que nacer donde nací marcó algo indeclinable. Mi viejo es un genio, fue un precursor, un rupturista, hacía en los ´90 un humor que se entendió diez años después, en un contexto en el que los programas cómicos eran minas en culo. Lo admiro como artista y como hijo también, ahora, aplico lo que decía de los héroes también para él, hay cosas con las que encajás y cosas con las que no porque somos humanos. Le agradezco que conmigo siempre tuvo la filosofía de guiarme, pero yo me tenía que raspar la pera con mis propios porrazos. Mi crianza fue poco ortodoxa me hizo libre, caradura y sé que avancé a puro error, le agradezco que nos inculcó sin decirlo que era preferible equivocarse a no intentar. Lo valioso es el camino.

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