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03/04/2019

Nuestro Hombre

Peter Lanzani: “Aprendí a no forzar el amor»

Por Pablo Steinmann | Aunque reivindica la vida en pareja, y también sus relaciones pasadas, el actor afirma estar enfocadísimo en su trabajo. El próximo jueves lo veremos como un irreconocible ladrón de autos en el asfixiante thriller 4×4.

De alumno ejemplar de uno de los colegios más top de la ciudad (Belgrano Day School) a ídolo teen. De rugbier en Alumni a protagonista autogestionado de una obra compleja y visceral como Equus. De galán de telenovelas al oscuro Alejandro Puccio (El Clan) y, de ahí, al marginal Nelson de Un gallo para Esculapio. Así avanza Peter, derrumbando prejuicios y estereotipos a cada paso y lo mejor de todo es que lo hace casi sin proponérselo. Su meta parece ser una sola: explorar su enorme caudal expresivo sin fronteras de ningún tipo. Por eso prepara cada papel de manera más que exhaustiva (lo hizo en Un gallo… pero también en El ángel y en la monumental obra El emperador Gynt, donde interpretó ¡a los 14 personajes en escena!). Ahora lo veremos con otro mega protagónico en la nueva película de Mariano Cohn, 4×4, donde volverá a sorprender como un ladrón “enjaulado” y al límite (ver recuadro). “Me interesaba mucho trabajar con un director como Mariano, que sea autor, que haga cine de género y que supiese lo que quiere. Desde el primer día que nos juntamos encontramos una sintonía total por el proyecto. Preparamos muchísimo el personaje y cada decisión que tomamos fue en base a él y a la historia. Todo tenía un porqué. Finalmente, al ver la peli no pude más que decirme: ‘mierda, sí que valió la pena todo ese trabajo’…”, asegura.

-Tu personaje tiene un enorme despliegue físico durante toda la película… Venís sumando muchos trabajos en esa sintonía. ¿Es algo buscado?
-Sí. Quizá al comienzo fue una búsqueda inconsciente pero creo que ya pasó al plano de la conciencia… (sonríe). Me interesaba mucho esa faceta de este papel, cómo contar con el cuerpo, sin tanta palabra. Después del rodaje empecé a entrenar con un coreógrafo francés, Redha Benteifour (N de la R: trabajó para figuras como Elton John y Michael Jackson), con el que al poco tiempo realizamos la obra Matadero y siento que todo eso es parte del mismo proceso, de tratar de entender el cuerpo no sólo como un herramienta, sino como un lenguaje en sí mismo.

-¿Cuidás más tu físico ahora?
-Sí, no es que necesariamente entreno más pero sí aprendí a tener una mayor noción del cuerpo y sus movimientos. Pero por ejemplo sigo comiendo de todo, no me transformé en un talibán de la comida.

-¿Te cocinás vos?
-Hace un año que estoy viviendo con un amigo y nos solemos turnar bastante en la cocina. No tanto como quisiéramos igual, ya que los dos nos las pasamos laburando y muchas noches solo queda tiempo para el delivery. Él, encima, maneja un restaurante mexicano (María Félix) con lo cual ya tenemos una base de comida muy interesante…

-¿Primera vez que convivís con alguien?
-Sí. Y la verdad es que hacía rato que tenía ganas de conocerme y probarme desde ese lugar, la convivencia. Como hacía rato que estaba sin pareja, me pareció que lo mejor era irme a vivir con él.

-Muchos de tus amigos son del colegio y del club, es decir, no pertenecen al medio. ¿Nunca fue con ellos un tema tu carrera artística, tu fama y popularidad, ya de adolescente?
-No, y ahí es cuando más agradezco el tipo de amigos que son, me acompañan siempre, entienden mis ausencias, me bancan… Me han ido a ver a todos lados. Y a su vez, siempre fueron los primeros en aconsejarme y en decirme las cosas de frente. Me bajan a tierra, sin instalarse tampoco en un lugar de autoridad, lo hacen de forma natural. Soy uno más por completo.

-¿Nunca te la llegaste a creer?
-Siento que no, que siempre mantuve los pies sobre la tierra, pero calculo que uno no se da cuenta cuando eso sucede. Pensá que pasé toda mi adolescencia en medio de un furor tremendo…

-Y tuviste además dos noviazgos muy populares…
-Sí, pero ambas relaciones fueron muy para mí. Nunca las convertí, ni tampoco ellas, en una cosa mediática o de dominio público. Nos hemos privado de un montón de cosas y salidas por esa decisión, pero siento que valió la pena.

-¿Volverías a salir con alguien del medio?
-Sí, claro. Yo he tenido dos relaciones hermosas, no quedé ofendido con ellas ni con la experiencia de salir con una colega. Ojo que también salí con chicas que no eran del medio, lo que pasa es que ahí se enteran menos.

-¿Tenés más relegado hoy el romance en tu vida?
-Y… pasarte cuatro meses filmando de noche Un gallo para Esculapio muchas chances de conocer gente no te deja… (risas). Pero no me quejo, estoy disfrutando un montón esta etapa, súper enfocado en lo que el trabajo trae. El amor ya llegará. Y una cosa más: no estamos hablando de una cuestión unilateral, en este tiempo yo estuve para empezar alguna que otra historia pero del otro lado esas ganas no estaban. Me han dicho que no miles de veces.

-¿Sos enamoradizo?
-Sí, muy. Me gusta el amor, me llena, me hace mejor persona. No tengo dudas de eso. Pero no lo busco ni lo fuerzo, aprendí que ahí es cuando empiezo a pifiarla.

-¿Te irás nomás a Japón a ver el Mundial?
-Me encantaría. Hay un tema de trabajos pautados en el medio pero la verdad es que hace años que flasheo con ese país y me gustaría conocerlo en profundidad. Tendría que ser un viaje largo, para ver a Los Pumas en fase de grupos y luego recorrer tranquilo. Lo que más me atrae de Japón no son tanto sus ciudades mega tecnológicas sino toda esa parte más alejada y rural, hay algo de la cultura milenaria japonesa que me encandila, su paz y armonía… Me encantaría ir con mi mochila a la montaña, tocar una puerta cualquiera y que no me entiendan nada y pedir hospedaje con lenguaje de señas… Es un viajazo para hacer. Como el amor, eso también ya llegará… –

 

4×4

Tras Mi obra Maestra (dirigida sólo por Gastón Duprat) Mariano Cohn también abandona la codirección con este singular thriller ambientado por completo en una camioneta todo terreno. El gran protagonista, de todos modos, es Peter Lanzani, que en la piel de un ladrón callejero se mete en esa 4×4 sin saber que se trata de una trampa mortal para delincuentes, preparada hasta el último detalle para no dejarlo salir. Asfixiante y sorpresiva, la película retoma un subgénero del thriller ausente en nuestro país y muy exitoso en Hollywood con títulos como Enlace mortal (con Colin Farrel), Enterrado (con Ryan Reynolds) y 127 horas (con James Franco).

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