Como dice Calamaro, las mejores anécdotas son las que no se pueden contar”, dice Alejandro con una sutil sonrisa en sus labios. DJ, conductor, deportista, ex modelo, productor y cocinero amateur, entre otras varias cosas, el muchacho vivió de cerca, gracias al canal de música MTV, la época dorada del romance entre la televisión y el rock. Casi sin querer, se le escapan postales de ese entonces, como cuando recuerda esa noche en su departamento de Miami junto a Pappo y dos bonitas señoritas. “Escuchábamos Balls to the wall, un disco de una banda de heavy metal alemana llamada Accept. Pappo me decía cualquier cosa y yo a todo le respondía que sí. Una velada muy divertida”. Oriundo de Olivos, siempre tuvo una marcada inclinación por la música. Que despuntaba un poco a escondidas, como cuando hacía sus largas excursiones a las galerías del centro, para encargar discos de vinilo o para lookearse como Sting. O como cuando engañaba a sus padres y se mandaba por las suyas a las largas maratones de Freedom, el recordado boliche de Nuñez que frecuentaban bandas como Soda Stereo, Fricción y GIT.
“Estoy casado con una maravillosa mujer y excelente madre, sin ella esta aventura familiar hubiese sido realmente imposible. Ella es el gran sostén del clan, sin lugar a dudas”.
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