«Estuve a punto de casarme una vez (con el empresario Paulo Fabbri) y aprendí que tengo que ir más despacio. Con Hernán convivimos, lo cual ya es algo muy fuerte porque nunca había pasado por esa experiencia. Descubrí mi costado ciclotímico: necesito que me escuchen, que me cuiden, pero también tener mis espacios y mi soledad».
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