La encantadora asesina en Chicago de Bob Fosse planeó toda una estrategia para convertirse en la seductora que vemos hoy. Capitalizando sus errores y convirtiéndolos en aciertos. Tuvo que despojarse de algunos caprichos de moda, que la veían recaer, de la misma forma que fue dejando el acento cordobés.
“Hasta hace algunos años todos me decían: ‘Córdoba!, qué mal te vestis!’. Trabajaba de camarera en Palermo y recuerdo esa época como una de las más divertidas, de mucha propina, pero a la deriva en cuestiones de imagen. Pasé por varios desaciertos, hasta llegar a entender que los tacos altos y las lentejuelas no son para mí. Las detesto.”
Con esa seguridad, forjó un estilo que hoy la muestra cerca del vintage y de los géneros puros. Y como su cuerpo no es el de una bailarina típica, de contextura liviana, a la hora de elegir busca ayuda en quien a su criterio es su mejor personal shopper: “Cuando voy de compras salgo siempre con mi mejor amigo gay. Nada mejor que tener un compañero así, afortunadamente tengo muchos que me salvan, diciéndome con sinceridad qué es lo que me queda bien.”
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