. «¡Apenas llegué me comentaron que 360 días al año hay sol!», cuenta aún sorprendida la Primera Dama de la provincia de Buenos Aires. Luego fue descubriendo la historia. Los acantilados y cuevas que dan acceso a la entrada del mar convertían a este rincón del mundo en refugio de piratas y posteriormente se guarecieron allí honrados pescadores artesanales. Luego llegó el momento de los dueños de grandes yates privados que se dedicaban a la pesca del pez espada.
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