«Cada vez que pude buceé por unos arrecifes claros y coloridos repletos de peces, nadé en el mar y descansé en las playas privadas del hotel, que estaban separadas en sólo adultos y para familias», relata y acota: «También tuve la oportunidad de pasear en un velero que ganó una regata en 2003. ¡Iba muy rápido!»
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