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Confiesa que de chico soñaba con ser pintor y aunque no estudió arte, sus platos revelan cierto don innato.
Él es Paúl (con tilde, como Raúl) Perea, peruano nacido en Arequipa hace 33 quien a fines de 2010 abrió en Buenos Aires el reducto Experimental Raw Bar – Cocina, arte y nutrición, en los límites entre Barrio Norte y Recoleta.
Hijo y nieto de sibaritas, desde chico prefería meterse en la cocina a jugar en el jardín. El tiempo pasó y cuando Paúl llegó a los 15, su padre se dio el gusto de abrir su propio restaurante, donde sus dos hijos dieron sus primeros pasos laborales. “Mi padre estaba bien orientado, nos hizo trabajar a mi hermano mayor y a mí desde chicos. Fue algo inteligente de su parte, para que aprendiéramos a valorar el dinero,” cuenta.

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Con sabor genuino
 

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