Detrás del mostrador de su pintoresco “atelier”, como ha elegido llamar a su restaurante y tienda de San Telmo, la joven Cèline Demarq hojea cuidadosamente un viejo libro con el lomo algo descascarado y las hojas amarillentas, en busca de aquella receta que supo paladear en casa de sus abuelas, en un pueblito de Francia, su país natal. Cuenta 28 años, pero desde hace dos vive en Buenos Aires, donde decidió quedarse para hacer un rotundo ‘clic’ en su vida.
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