Hijo de empresarios textiles, Darío Vulpes estudió Economía en la Universidad Torcuato Di Tella y –como era de esperar- ingresó en el negocio familiar, una tarea que lo llevó a recorrer ciudades de Europa y Estados Unidos. Durante esos viajes, el joven ya pergeñaba su propio emprendimiento, relacionado con una pasión amateur: la pastelería. “Siempre me encantó cocinar –dice Vulpes, de 31 años-. Mi mamá mucho no me dejaba, pero mi abuela materna, de origen polaco, me enseñaba”. De ella aprendió recetas como el budín de miel que hoy comercializa en Scarlett, una firma nacida hace poco más de un año, meses después de dedicarle tiempo a los ensayos de fórmulas dulces.
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