Los 30 años marcaron un punto de inflexión en su estética. Su espíritu explorador la llevó a dar con la toxina botulínica, en un intento por quitarse las primeras arruguitas. “Probé con la frente y creo que no repetiría la experiencia porque durante mucho tiempo sentí que tenía un cartón en esa zona de la cara”, revela.
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