“No es peligrosa desde el punto de vista médico, pero afecta negativamente la calidad de vida de quienes la padecen. Rara vez desaparece por sí sola, puede durar muchos años, empeorar sin tratamiento y suele tener impacto en la vida social, afectiva y laboral de quien la padece”, afirma la dermatóloga Mónica Ibarra,
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