En el Bajo Segre, en Cataluña, el yacimiento arqueológico de la Edad de Bronce llamado Genó atesora los vestigios de lo que fuera el primer poblado en el mundo dedicado a la producción de cerveza, por el siglo IX a. C. El nombre inspiró a Nikko Dirube y Vanesa Tozzelli para bautizar al beer bar (bar de cerveza) situado en la esquina de Guatemala y Humboldt, en el porteño Palermo. La pareja propietaria concretó allí el sueño de montar su propio reducto cervecero: un espacio donde los seguidores de la bebida derivada de la fermentación de cebada pudieran probar etiquetas de diversas partes del mundo.
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