Como tantas nenas, la hoy chef María Luz Mollura le cocinaba a sus muñecas con ganas y pasión. Tanta, tanta que ya más grande, en el secundario, sabía lo que quería estudiar. No viene de una familia de cocineros o de empresarios gastronómicos que pudieron haber determinado el camino elegido, pero sí de una que le dijo “hacé lo que te haga feliz” y eso hizo. El problema fue que egresó y no se pudo anotar en el Instituto Argentino de Gastronomía porque en ese momento no tenían vacantes, así que hizo una pasantía en un restaurante, para no perder el año. Recién el año siguiente, entonces, comenzó una carrera que le encanta, en ese lugar que tanto quería y donde empezó a forjarse su destino.
Como la mayoría de sus colegas, la mitad de la formación la hizo el estudio, en su caso en el IAG, y el resto fue el trajinar por restaurantes. “Los viajes afuera me marcaron y si tengo que destacar a alguien sería a Ramón Morató, un chocolatero famoso, responsable de Aula Chocovic, la primera escuela en España especializada en chocolatería. Ayudábamos a dar clases y demostraciones, y en los ratos libres nos decía que nos pusiéramos a templar chocolate y a hacer figuras con ese material
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