Hiroyuki Oba
Lejos de sus planes estaba Argentina, pero como todo en su vida, “fue sucediendo”, explica con una sonrisa el japonés Hiroyuki Oba. “Yo nací en Osaka, y mi amor por la cocina empezó cuando tenía 19 años”, relata.
Curioso y siempre emprendedor, y sin haber probado nunca la cocina occidental, Oba emprendió junto a un chef amigo un viaje por tierras españolas hasta dar en San Sebastián con el restó del emblemático Juan Marí Arzak.
Años más tarde, y necesitando un nuevo desafío, decidió probar suerte con otro pionero de los sabores: Ferran Adrià.
Más tarde conoció a Ohno Takehiro, chef japonés que trabajaba en la Argentina. «Un día me llamó para que tomara su lugar en el restaurante Rosa Negra y me pareció todo un desafío”, recuerda.
Así, el chef que nunca había cruzado el Atlántico llegó por primera vez a la Argentina en 1997, y aquí se quedó.
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