«Apenas llegué a Los Ángeles me quedé sorprendido con la calidez de la gente. Acá entrás a un café y lo primero que te pregunta la chica del mostrador con una amplia sonrisa es: ‘¿Qué tal tu día?.’ Ya sé que es algo superficial y que a ella seguramente ni le interese cómo va mi día, pero, aun así, me encanta».
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