Daniel López Martitegui
Fornería cuenta con un enorme horno a leña en donde se cocinan sus más de 15 variedades de pizzas y que impacta también desde lo visual, rodeado por una ambientación de época en la que se suman los palos de amasar, los muebles antiguos y los viejos morteros o relojes de colección.
Allí, detrás del mostrador todos los días está Daniel, el chef responsable de esta propuesta (también lo es del restó naturista Quimbombó) que enseguida nos cuenta las distintas semillas que hicieron germinar el proyecto. Que vendrían a ser tres.
En primer lugar, la “oportunidad” (no abundan -como sí en otras zonas- las cantinas alrededor de la Plaza Palermo Viejo), en segundo, “mis ganas de volver a la carne” -dice Daniel, que se declara un “vegetariano atípico, sólo por épocas”- y en último, y quizá más importante, “la necesidad de hurgar en la memoria”, en las delicias que sus abuelas ElisaDora y, sobre todo, su madre Silvia cocinaban cuando era chico (como el pan de carne o el pulpo a la gallega) y que ahora tienen un lugar fundamental en su trabajo cotidiano.
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