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Leandro Serra

Sin libros ni recetarios, Serra se lanza al placer de dejarse llevar, libre y sin ataduras, siempre ayudado por su afinado instinto y un bagaje familiar lleno de momentos culinarios. Así surgen las recetas de Deriva Restó, un coqueto espacio sobre el corredor gastronómico de Dardo Rocha, en San Isidro. “Empecé de muy chico en mi casa. Mi mamá dice que cuando llegué a la altura de la mesada ya comencé a meter mano en la comida. La cocina fue algo natural para mí, experimenté mucho y quemé bastante; mezclaba, probaba, combinaba; metía al horno, sacaba, freía… y así fui aprendiendo”, explica.
Hoy, sin otra formación que la que recibió en su casa, encuentra en la prueba y el error la clave de su éxito. “La mejor manera de aprender es viendo y probando. Muchas de las recetas que uso hoy en día son de mi madre. Quizá ahora las aplico en otros platos, pero mi inspiración surge de ahí. Todas son creaciones mías, fuente de lo que a mí me gusta comer”, resume.
Ahora está asentado en Buenos Aires y lleva seis años de trayectoria en Deriva Restó. Con alma de aventurero sibarita, no deja de soñar. “Si me permito imaginar, me gustaría tener un buen lugar en San Martín de los Andes, al borde del lago, donde la gente venga relajada a comer algo de calidad”.

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A fuego lento
 

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