La hidratante es la primera crema que usamos a partir de los veintitantos y la única que nunca dejamos para sentir la piel flexible y luminosa. Una dermis deshidratada se vuelve opaca, algo rígida y pierde en parte su capacidad de funcionar como barrera protectora frente a las agresiones externas. Estos productos devuelven la correcta funcionalidad y aspecto.
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