«Trabajar con Almodóvar es muy divertido pero sumamente exigente. No deja nada librado al azar y no existe la improvisación. Cada nota de la cortina musical debe entrar en el momento indicado y cada dedo debe moverse en el minuto y de la manera que él quiere. Su trabajo es absolutamente milimétrico. Es genial porque mientras ensayás, él hace todos los personajes; los actúa con ese gran histrionismo que tiene».
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