En 2007, mientras visitaba un zoo en EE.UU. en paralelo a sus estudios como diseñadora, Bianca Siconolfi descubrió en un serpentario a la pequeña Blackmamba y supo que ése sería el nombre de su futura marca de indumentaria, que concretó cinco años después. De su tamaño -“mínimo”- extrajo la inspiración para plasmar las ediciones limitadas: pocas prendas de cada modelo pero máxima variedad de productos.
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