Un espectáculo por sí mismo son los autos viejos llamados “almendrones”, impecablemente conservados por mecánicos que hacen magia , como ellos lo definen, ya que hasta fabrican sus propios repuestos para mantenerlos en funcionamiento. Los Ford 57 y Chevrolet 51 son los que más duraron y se presentan como piezas de un museo viviente que se despliega por la ciudad tanto para transporte personal como para taxis.
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