-Pasaron por este set más de 30 parejas. ¿Cuáles fueron las problemáticas más frecuentes?
-En la edición mexicana, el machismo extremo. Me ha chocado mucho el nivel de agresividad de los maridos al ver que no dominan a sus mujeres. Pienso que es bueno ver estos problemas reflejados en vidas reales para que todos se den cuenta de que ocurren. Muchas veces, uno toma conciencia de que no está bien pero no llega a ver que tiene que salir de ese lugar, por eso es buena la convivencia ya que en el campus son los mismos compañeros los que comienzan a señalar ciertas cosas. Creo que eso es algo bueno de esta propuesta y tiene que ver con la posibilidad de mirarse, reconocer los problemas y empezar a buscar motivaciones para salir adelante como pareja.
-¿Qué te llamó la atención de los participantes argentinos en particular?
-Conozco mucho Argentina, paso bastante tiempo allí y, si bien ha habido maridos machistas en ambas ediciones, las mujeres de este país son diferentes a las del resto a América latina. Son mucho más fuertes. En la versión mexicana, por ejemplo, vimos que las mujeres se quejan de la boca para afuera pero perdonan enseguida a sus maridos. Las argentinas, en cambio, tienen una actitud menos tolerante, es como si dijeran: “si no te gusta, a otra cosa”.
-¿Cuál es el reto más grande al que te has enfrentado en esta producción?
-¡Todos! Es un reality, aunque hay partes “actuadas”. Por ejemplo, yo no soy una directora de escuela, todos lo sabemos, y sin embargo por momentos asumo un poco ese rol, especialmente cuando se trata de contenido: soy la que se las canta a los maridos. A veces choca mucho que sea una mujer la que les venga a decir esto o aquello, los hombres suelen tener más sintonía con Alejandro Fantino. >>
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