Tiene cara de pícaro. La sonrisa lo delata y siempre atesora un chiste o comentario gracioso entre dientes para caer muy bien al minuto de conocerlo. Nicolás ya tiene 31 años, pasó largo tiempo desde que hacía suspirar a las fanáticas de Teen Angels por el mundo, pero sigue manteniendo esa simpatía que lo caracterizó y lo transformó en el más movedizo de la banda.
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