En este momento es un peón rompecorazones en la lujosa estancia de la novela Los ricos no piden permiso y espera ansioso por el estreno del unitario Cartoneros, en el que se animó a un papel más juzgado: un drogadicto, alcohólico y golpeador. “Está buenísimo hacer una novela tradicional, pero no es nada fácil porque todos los sentimientos están a flor de piel y todas las escenas son de vida o muerte. El trabajo del actor es complicado pero verla es fácil porque es entretenimiento puro”, cuenta.
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