El más singular de nuestros tenistas merecía, como Agassi, su propia biografía. Desde su infancia en Temperley, hasta la gloria de Roland Garros y el inolvidable grito de “¡Qué mal la estoy pasando!”.
(Ediciones B).
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El más singular de nuestros tenistas merecía, como Agassi, su propia biografía. Desde su infancia en Temperley, hasta la gloria de Roland Garros y el inolvidable grito de “¡Qué mal la estoy pasando!”.
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