«Cuando decidí adentrarme en el cambio de sexo, me quedé sola durante seis años y atravesé un largo momento de reflexión en mi casa de Malibú. Volví a hacer terapia, y ahí comprendí que debía hablar del tema con mis hijos. También hablé con un pastor que me hizo comprender que quizá Dios me trajo al mundo con esta misión: la de llevar a cabo este acto de valentía y liberación»
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