“Los jóvenes son intensos, demandantes, pulsionales, en movimiento permanente, vulnerables, creativos y consumidoresconsumidos”, dice Leopoldo Ferraris, profesor en Filosofía y Ciencias de la Educación y licenciado en Gestión Educativa. A estas cualidades, que podrían ser comunes a los jóvenes en distintas eras, la licenciada Magdalena Clariá especializada en disciplina positiva-
añade la necesidad de tenerlo todo ya: “Falta la capacidad de espera y no hay tolerancia a la frustración”, señala y sigue: “Nacieron en una era tecnológica que si bien tiene miles de ventajas también provoca falta de atención y concentración, tienden a saltar de una actividad a otra, sienten la necesidad de estar permanentemente ocupados y divertidos, en su mundo no hay lugar para el aburrimiento que permite la creatividad y dar vuelo a la imaginación”. En este contexto que no sólo abarca a los adolescentes sino a toda la sociedad pareciera que para los padres es más difícil que en otra época marcar límites entre lo permitido y lo que no se debe hacer.
Y esta problemática se enmarca en una aun mayor: muchas veces pareciera imposible para los adultos establecer diálogo con sus hijos. En este sentido, el psicólogo Santiago Gómez director del programa Decidir Vivir Mejor sostiene que “los padres generalmente se quejan de que los jóvenes no se comunican con ellos, que no aceptan los límites y que sólo quieren hacer lo que desean. También manifiestan preocupación por la falta de entusiasmo y motivación por otras cosas que no sean sus amigos y las redes sociales”.
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