Los colores se logran con raíces, frutos y hojas de plantas autóctonas. En la Patagonia se destaca el uso de calafate para tonos de violeta, en el noreste la yerba mate y el palo santo dan vida a todos los verdes de la selva mientras que en el NOA es muy común usar cáscara de cebolla para matices cálidos. Agua hirviendo, sal y mucha paciencia son elementos clave para que los hilados adquieran el tono buscado.
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