“La maternidad hoy me encuentra en otra etapa de mi vida. Con Mateo era madre canguro, lo llevaba a todos lados, tenía más energía y me sentía indestructible. En cambio, con Lucero tengo la energía más femenina a flor de piel; estoy más sensible, más familiera. La llegada de la beba reacomodó toda la estructura y dinámica familiar”.
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