“Entre las chicas de mi generación ya empezamos a hablar sobre las cremas que cada una usa o el tratamiento nuevo que salió, pero no es una obsesión. Todavía no caí en la fiebre del Botox. Nos dan cátedra de cómo hay que envejecer, rubias, con el pelo largo, las tetas por el cuello… El otro día me ofrecieron un tratamiento para tener los dientes derechísimos. La verdad que no me interesa, ¿para qué quiero una dentadura tan derecha? ¡Tampoco soy Drácula!”.
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