-¿Esto tuvo que ver con tu partida a Brasil?
-La realidad política hizo que fuera difícil trabajar como periodista en mi país. Había una gran intolerancia. Sin embargo, como escritor de ficción tenía mucha libertad porque quienes están en el poder no leen ficción. Siempre me preguntaron si las novelas son censuradas en Angola y yo les digo que no, la verdad es que no existe esa preocupación.
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