“Recuerdo que lo
primero que hacía
de joven cuando
sufría horribles
resacas era llamar
por teléfono a mis
amigas y pedirles,
toda preocupada:
‘díganme la
verdad, ¿qué hice
anoche?’ Debo decir
que las respuestas
nunca fueron
demasiado graves”.
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